Desde que llegue a Londres hace siete meses, mi celular se ha mantenido oculto y fuera de servicio dentro de una de mis maletas. Cuando partí de Australia, mi bienestar emocional pendía de un hilo muy fino y seguir en contacto con el mundo amenazaba con romper ese hilo, pero el tiempo paso y ese lazo se fortaleció y volvió a ser firme, aunque no inquebrantable.
Hoy en día puedo decir que me siento de nuevo en control de mi misma, de mis emociones y de las cosas que suceden a mí alrededor; no controlo el mundo, pero si mi mundo y lo que quiero que este en contacto conmigo.
— ¿Estas completamente segura de volver a estar en sincronía con el mundo?
Cuestiona Nahúm, viéndome desde la cocina mientras prepara un pastel; según él, es una receta que aprendió por internet.
—Si, en mi última sesión con Callum hablamos sobre esto y me ayudo a entender que no debo dejar que nada más que yo misma controle las cosas que pueden afectarme —después de seis meses de terapia, mi psicólogo había decidido