Ha pasado casi un mes desde mi encuentro con Kenneth en Black Rock y debo decir que las cosas no han cambiado demasiado entre los dos; aunque, él ha hecho hasta lo imposible por obtener mi atención y mi perdón.
Nunca en mi vida había recibido tantas flores y obsequios. Desde globos de distintos tamaños y formas, hasta botellas de vino de las mejores casas. Y si no fuera alérgica al chocolate, supongo que también habría recibido montones de ellos; admito que me sorprendió mucho que Kenneth recordara eso sobre mí.
—Creo que deberías considerar seriamente la idea de montar una floristería —dice la voz sardónica de Úrsula, que viene entrando a la cocina con una taza en sus manos; aún trae su pijama, lo que podría hacerme suponer que acaba de despertarse, pero los lentes de formula sobre su cabello muy bien peinado me dicen lo contrario—. En esta casa ya no caben más rosas y mis estornudos van cada día peor —y justamente, estornuda con fuerza y arruga la cara de forma chistosa—. Ya va sie