Tres años después.
—Quedó hermoso —dijo Sofía al mirar el hermoso arreglo floral que su madre preparó, y que ella colaboró.
Lolita sonrió y observó alrededor de su floristería, con el corazón henchido de felicidad, suspiró profundo y recordó que gracias a unos girasoles, hoy en día era una mujer feliz, llena de dicha y con una hermosa familia.
—¡Mami! —exclamó una dulce voz, era Esteban—, dice mi papá que ya está todo listo —comentó el chiquillo.
Lolita miró la hora, y abrió sus ojos con amplitud.
—Y ustedes dos, no están listos —expuso—, vamos rápido a bañarse —indicó y de inmediato los tomó de la mano y se dirigió a su casa, que quedaba a pocos metros del lugar donde puso su floristería.
Los jardines de su hermosa residencia estaban adornados con globos rosados y azules, había un castillo inflable, y muchos dulces, pues los mellizos cumplían años.
—Amor —dijo Alex—, no tardan en llegar los invitados —advirtió.
—Lo sé, cariño, pero nos entretuvimos preparando un arregl