Capítulo 50

El sonido del móvil, sumado a los murmullos de la gente afuera de la hacienda obligó a Alex a abrir los ojos. Giró a su alrededor y se dio cuenta de que su hija no estaba a su lado, enseguida se puso de pie para buscarla, pero antes de que saliera de la alcoba, su madre ingresó con la niña de la mano.

—Buenos días, cariño —expresó Alba, y se acercó a besarle la mejilla.

—Hola, papi —dijo la pequeña—, desayunamos delicioso, la señora bo…—pausó—. Dalia preparó una comida exquisita —añadió Alexa.

Alejandro sonrió y observó con dulzura a la niña, y correspondió con calidez el saludo de su madre.

—Veo que madrugaron —comentó.

—No, tú te quedaste dormido —rebatió Alexa.

—Te vi descansar con tanta tranquilidad, que no quise despertarte —mencionó Alba.

—¿Qué hora es? —cuestionó.

—Las diez de la mañana —informó—, y te venimos a avisar que nos vamos a la ciudad. —Sonrió.

Alex asintió y se despidió de ellas, se metió a la ducha, y luego de bañarse se colocó unos vaqueros azules, una cami
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