Ante la mirada interrogante de Analía, los gemelos le narraron, sin omitir ningún detalle, la conversación que habían sostenido con la enfermera, lo primero que hizo la nana fue pasarle seguro a la puerta, luego revisó las ventanas cerciorándose de que estaban bien cerradas, estuvo tentada a llamar a Tiberius y luego de unos segundos de duda, decidió hacerlo.
–Aló –escuchó la voz recia al otro lado.
–Señor Wellington, soy Analía.
–¿Analía? ¿Sucedió algo?
–Tal vez no sea nada, pero yo estaba ocupada y los niños solos en la habitación, entonces entró una enfermera que ellos no habían visto nunca y se empeñó en llevarlos a una sala de cine…
–¿Se los llevó? –interrumpió Tiberius ansioso.
–No, no, ellos no accedieron, pero la enfermera cuando me vio llegar se fue sin decir nada.
–¿Dónde está mi hermana?
–Se la llevaron para hacerle unas pruebas. Yo me encerré con los niños en la habitación.