Giovanni había llegado a Italia con la angustia pintada en su rostro, ya no le preocupaba tanto lo que pudiera haber perdido en la bodega incendiada, tenía un nudo en el estómago por la expectativa de saber sobre el estado de salud de los heridos.
Fue recibido en el aeropuerto y cuando el chofer enfiló hacia el viñedo, protestó enérgicamente, solicitando que lo llevaran al hospital ya que necesitaba presentarse ante los empleados afectados por el fuego.
–Señor De angelis, la señorita Allegra me pidió que lo llevara a la casa principal, allí lo está esperando.
–Pues no, quiero ir al hospital primero, Allegra no puede decidir por mí.
–Señor De angelis, de verdad me pone en un aprieto, yo debo llevarlo a la casa.
–¿Qué pasa contigo Miguel Ángel? ¿Desde cuándo me contradices?
–Señor, no quiero faltarle el respeto, solo atiéndame, no hará nada en el hospital.
–¿Cómo qué no? Necesito verificar cómo está mi gente, ayudar