En el avión, durante los primeros minutos de vuelo se respiraba tensión, había mucho silencio y nadie se atrevía a romperlo, los que no estaban revisando su teléfono para disimular, se encontraban con los ojos cerrados fingiendo dormir, el resto solamente se frotaba las manos, de pronto Sarita Perkins se levantó de su asiento y les dijo a todos:

–Les agradezco mucho su apoyo tanto como me avergüenza haberlos puesto en esta situación, sé muy bien que en sus planes no estaba salir prácticamente huyendo conmigo de Miami para evitar mayores inconvenientes con mi esposo, pero la situación me superó, se suponía que este sería un hecho feliz con presentaciones, reconocimientos y aceptación, pero ya no puedo decir que mi esposo sobreprotege a nuestra hija, ahora debo reconocer que es sumamente egoísta y controlador, por lo que ya no apoyaré más sus acciones, quiero que mi hija sea feliz y me he dado cuenta de que esa felicidad podría alcanzarla con George y con ustedes.