Sergio y Tiberius estaban cenando en un discreto restaurante, ya que los medios seguían activos tratando de entrevistarlo desde el momento en que se supo que irían a juicio, allí llegó Celina.
–¿Qué haces aquí Celina? No puedes hablar con ninguno de nosotros sin tu abogado presente –avisó Sergio.
–No vengo a pelear, solo quiero arreglar las cosas, me equivoqué.
–Ciertamente, cometiste un gran error Celina y me conoces, nada de lo que digas mejorará tu situación conmigo.
–Tiberius, por favor, vengo con humildad, con el corazón en la mano, llevamos años juntos, no puedes culparme por haberme enamorado de ti, por querer seguir contigo, por desear que seamos felices juntos.
–Tuviste una forma muy particular de demostrarme todo eso y ahora estoy más convencido que nunca de que no quiero nada más contigo, en el momento en que no hice lo que deseabas te volcaste contra mí con todo, sin medir las consecuencias.
–Perdón, p