Hernando caminaba rápido, con pasos decididos que resonaban en el suelo del estacionamiento.
Su mente estaba llena de pensamientos confusos y una mezcla de emociones que lo atormentaban.
Sin embargo, su rumbo se vio interrumpido de golpe cuando tropezó con ella.
—¡Tú! ¡Maldito exesposo! —exclamó Maryam, su voz cargada de furia y resentimiento. Lanzó un quejido, y Hernando pudo notar que estaba ebria, sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y tristeza.
La respiración de Hernando se aceleró al reconocerla. Había pasado tiempo desde la última vez que se vieron, pero el recuerdo de su amor y su dolor seguía fresco en su mente.
—¡Tú eres mi salvación! —dijo él, sintiendo una extraña urgencia de protegerla, de llevarla lejos de la situación en la que se encontraba.
Sin pensarlo dos veces, la tomó en sus brazos, a pesar de que ella luchaba por liberarse.
Era una batalla desigual; él era más fuerte, y en un instante, la llevó consigo, sintiendo su cuerpo tan cercano al suyo.
Por un breve m