JOHN FOSTER
Apenas fui capaz de tomarla en brazos cuando Chapman me la arrebató, dejando que el grupo de sirvientes que había escuchado la discusión entrara y me sujetaran.
—No tienes por qué mantenerla aquí… —refunfuñé mientras medía la fuerza de quienes me agarraban.
—Sus padres me cedieron el control sobre ella mientras recupera la memoria. Yo soy su tutor y ella mi protegida —contestó Chapman estrechándola con firmeza, mientras la mirada nerviosa y adolorida de Avril se clavaba en mí. Apenas podía ponerse de pie, su frente ya tenía una fina capa de sudor y sus extremidades temblaban—. Ya le has hecho mucho daño, ¿no crees?
»¡Clary! ¡Llévate a Avril a su habitación…! —gritó y en ese momento una enfermera, apenada y con la mirada clavada en el pi