Mundo ficciónIniciar sesiónDaniel retiró la mano con la misma rapidez con la que alguien aparta los dedos de una llama. Un gesto brusco, casi torpe, que contrastaba con la suavidad con la que la había tocado instantes antes. Cristina, aún con el mareo aferrado a su cuerpo y con la confusión latiéndole bajo la piel, desvió la mirada fingiendo que nada había pasado. El rubor que subía por su cuello la traicionó.
—Creo que ya estoy un poco mejor —susurró con un hilo de voz, más para convencerse a sí misma que a él.Colocó ambas manos en los bordes del asiento, dispuesta a levantarse y marcharse.—No —dijo él con firmeza, pero sin brusquedad—. No, Cristina. No es verdad y los dos lo sabemos.Ella se congeló a medio movimiento, respirando despacio. El mareo volvía a insistir, como recordándole que su cuerpo no estaba dispuesto a sostener la fachada que intentaba mantener.Daniel bajó un poco la voz.—Puedo ayudarte —añadió con una






