Al salir de la habitación me sentí totalmente vacía. Estaba dejando ir una vez más a David, pero, no podía hacer nada. Me ha hecho sentir una mujer usada. Sin voltear empecé a bajar las escaleras. Para mi sorpresa todos estaban reunidos en la sala. Al verme sonrieron hasta que bajaron la mirada y vieron mi bolso.
-Hola, hija -dice mi abuelo entre cariñoso y serio-. ¿A dónde vas?
-Debo volver, abuelo. Se me ha presentado algo importante.
-¿Qué cosa? -insiste.
-Es algo personal, abuelo, por favor -le suplico.
-¿Dónde está David?
-Debe estar arriba.
-¿Va con usted? -inquiere
-Debo hacer esto sola -le respondo tranquilamente.
-No me parece que...
-Abuelo, estaré bien, por favor debo irme.
-Bueno, pero si va su no...
-Debe quedarse -le digo bruscamente-. Lo siento -digo al darme cuenta.
-¿Qué pasa? -me pregunta con la misma brusquedad.
-Déjenla ir. Le prometo que estará bien -dice David bajando las escaleras.
-Si no vas tú, voy yo -dice Elliot serio y molesto-. No