Cuando quedamos solos en la casa, David me ayuda a recoger las copas y lo que había quedado. Franco quiso ayudarme pero le dije que no se preocupara. Sí, podía dolerme un poco el cuerpo pero tampoco quería sentirme una inútil.
-¿Te sientes bien? -me pregunta David entrando en la cocina.
-Sí, cariño, ¿por qué? -le pregunto confundida.
-¿No te duele nada? -vuelve a preguntar.
-No, David -me estaban frustrando sus preguntas-, estoy bien.
-¿De verdad, no te duele nada? ¿Estás bien? -vuelve a preguntar una tercera vez.
-Sí, de verdad David -me volteo molesta, pero al hacerlo choqué con él. Lo tenía tan cerca de mí que podía oler su perfume aún-, esto... -me puse nerviosa, lo admito-, estoy bien, cariño.
-Bien, porque quiero besarte -dice haciendo que trague saliva-, y quiero hacerlo ahora mismo.
No tuvo que esperar que le dijera algo más. Se acerco a mis labios y me beso. Lo deje hacer, moría por sentirlo una vez más. Moría por besarlo, tocarlo, sentirlo dentro de mí, no pod