Creí durar una eternidad en la ducha pero estaba deliciosa. O quizá fue la sensación de cansancio y el agua tibia me ayudaba a quitar el estrés. Supongo que ahora en adelante será así durante un largo tiempo.
Al salir, vi a David dormir profundamente. Me acerqué y le coloqué las sábanas con cuidado. Estaba haciendo un poco de frío y no me arriesgaría que cogiera un resfriado. Se movió y me tomó la mano. Lo dejé un rato y luego la quité. Le volví a besar la frente y me vestí. Cuando estuve lista bajé y me encontré a todos en la sala riendo.
-¿Cómo está? -pregunta Carmen al verme y parando de reír.
-Como una roca -bromeo-. Sigue dormido.
-Celebrando, ¿eh? -bromea también.
Me encojo de hombros y le sonrío. Antes de salir de la habitación, saqué el eco de la billetera de David para mostrárselas. La coloqué en la mesa y el primero en agarrarla fue Alejandro.
-¿Cómo les ha ido? -pregunta contento.
-Nos fue genial, Ale -respondo con la misma emoción-. Ha sido increíble. Cuando David se