-No, no me interrumpes -me pasó los labios por el cuello-. Me demuestras que te importo -dijo en voz baja.
-Me importas, Elliot -respondí con un susurro.
-Entonces ¿te quedas un rato?
¿Cómo podía decirle que no cuando era tan dulce conmigo?
-Bueno, solo una hora más. Pero luego de verdad me tengo que ir. Tengo que pasar por mi apartamento a coger unas cosas. Tengo que estudiar para los exámenes y quiero hacer un poco de ejercicio. No eres el único que está ocupado -le pellizqué la barbilla y le hice sonreír.
-Quiero ocuparme de ti ahora mismo,aquí en mi escritorio -gruñó mientras me levantaba del suelo y me sentaba sobre su gran mesa de ejecutivo.
Di un chillido cuando se abalanzó sobre mí y me abrió las piernas con la cadera para poder colocarse entre ellas.
-¡Elliot! ¡Estás trabajando! ¡No podemos!
Metió la mano debajo de la mesa y escuché el clic de la puerta al cerrarse con llave.
-Te deseo tanto ahora mismo... Te necesito, Raquel, por favor...
Tras ponerse encima de mí,