Adara Petrova
—Tu padre te busca—entra madre a la sala Miró a mi madre confusa y luego a mi prima que solo me mira severamente tratando de descifrar que he hecho ahora. —¿Qué he hecho?—preguntó —No se, si has hecho algo malo deberías saberlo tú. Ahora ve a su despacho antes que se enoje por tu demora Asiento poniéndome de pie y saliendo de la cálida sala, me adentro a los fríos pasillos de la mansión. Algunos del servicio iban y venían dando leves saludos los cuales corresponde. Podría decir que conocía esta mansión al revés y derecho pero estaría mintiendo. Toda mi infancia la pasé en la habitación de mis padres, la mía y la sala. Más allá no podía ir por órdenes de padre y las pocas veces que me adentraba a estos pasillos me terminaba perdiendo. Padre siempre le gusto tenernos a su poder y en el ojo. Odiaba no poder tenernos en su vista y para nadie era un secreto que esta mansión tenía más cámaras de las cuales se podría contar. En cada esquina había una cámara oculta la cual vigilaba las veinticuatro horas del día la mansión. Las únicas veces que nadie vigilaba las cámaras era en la noche, raramente. En las noches era más propenso un ataque, ¿no? Llegando al despacho toque la puerta y espere el adelante de mi padre. Al oírlo entre con la mirada baja sin tratar de desafiarlo. Me quedo en el centro del despacho y oigo pasos. —Levanta la mirada—me ordena y hago caso a su orden. Nikolay y Alexey me miraba fijamente con una mueca —¿Me llamaste padre?—pregunto —Así es, querida hija—sonríe y eso me hace temblar de miedo. Algo malo pasaría—. Como ya sabes, has cumplido hace solo unas semanas atrás tus dieciocho años y ya eres toda una mujer—se acerca a mí y acaricia mis brazos, miro a mi primo y hermano que solo miraba furioso a mi padre—estas a unos cuantos días de terminar al fin tus estudios y adentrarte a la vida de la mujer. Oh no, ya sabía a dónde iba esto. —Durante estos días he hablado con un Caporegime que ha perdido a su esposa hace unas cuantas semanas atrás—trago con dificultad—. Hemos llegado al acuerdo de que te cases con él y le des más hijos. Una hermosa mujer y aun virgen es lo mejor para un hombre—me sonríe —Padre.... —Callate—me ordena—. Él tiene cuarenta y nueve años y está muy de acuerdo en que tu mi bella hija sea su esposa y mujer por el resto de su vida. Me ha pagado muy bien solo por desposarte. ¿Pagado? ¿Acababa de venderme a un viejo mayor que yo por treinta años? —Padre, no veo la necesidad de casarla. Es una niña—dice Nikolay —¡Callate Nikolay que Adara ya no es una niña, es una mujer hecha y derecha! Las lágrimas se acumulaban en mis ojos mientras que mi labio temblaba, el nudo en mi garganta se hacía presente. —Tío, podremos buscar otro solución—interviene Alexey —¡Ambos cierren sus bocas que es un asunto ya decidido!—le grita—Adara—me mira—vas a casarte con el Caporegime y le darás muchos hijos y a mi muchos nietos. Ya es hora de que formes tu familia y cumplas el deber de una mujer. —Padre, no me hagas esto—susurro —Callate—me ordena—. En un rato más el médico de la familia vendrá a revisarte para poder asegurarnos que tu honradez siga presente y no seas una cualquiera. Asiento dando por sentenciado mi destino. No hay escapatoria ahora mismo. —Largate a tu habitación que iré en un rato más con el médico y tu madre Salgo rápidamente de la oficina de mi padre y camino con las lágrimas cayendo por mis ojos hacia mi habitación. Al estar en ella un sollozo se escapa de mis labios mientras que el miedo se adueñaba de mi. Iba a casarme, con un viejo mayor que yo por al menos treinta años. Mi propio padre me vendió sin dudar y me dejó en las manos de un desconocido que quien sabría si él mismo había matado a su difunta esposa. ••••••••••••••••••••• —Acuéstate en la camilla—me indica el doctor Miro a mis padres que me miran seriamente, trago y me subo a la camilla y me hacen apoyar mis piernas en cada baranda. Me quedo con mis piernas abiertas y jugueteo con las mangas del camisón. —Podrás sentir algo de incomodidad—me dice el doctor Asiento sin decir nada y miró a madre que solo evitaba mirar la camilla, padre me miraba fijamente tratando de descifrar si en verdad era pura. Me quejo cuando siento una incómoda presión entre mis piernas, trato de alejarme pero mi padre me lo impide dándome una mirada severa mientras que con su mano me mantenía acostada en la camilla. Muerdo mi labio inferior mientras que la incomodidad aumentaba y se hacía presente un pequeño dolor. Sentí los minutos como horas, un verdadero infierno mientras que un dolor me recorría toda mi intimidad. Cuando finalmente acabó todo seque la pequeña lágrima que bajó por mi mejilla. Padre miraba al doctor mientras que madre se acercaba para ayudarme a bajarme de la camilla. Sentía mis piernas totalmente raras y una incomodidad aún presente en mi intimidad. —Su hija es pura aún, señor Petrov—dice el médico—si ella no lo fuera jamás se hubiera quejado por la molestia y hubiera podido ver más allá de lo que logré ver, también esta muy sana, así que tendrá muchos nietos dentro de poco Padre sonríe orgulloso y madre me guía al baño para que pudiera cambiarme. Vuelvo a colocarme mi ropa mientras que madre se mantenía a mi espalda. —¿Por qué dejas que me haga esto?—susurro —Es tu deber—sentencia —Pero dejo que un hombre desconocido me tocara—digo —No te toco, solo te examinó y confirmó si seguías siendo pura para tu marido. Tu futuro esposo no merece llevarse la sorpresa de que su esposa no sea pura y que otro hombre haya tomado lo que es suyo. Simplemente la miro y ella me hace una seña para salir. Ambas salimos del baño y padre nos esperaba. Se acerca a mí y tomó mi mentón con fuerza. —Espero que te mantengas así de pura hasta tu noche de bodas. No quiero tener problemas porque dejaste de ser pura en estas semanas—me advierte Asiento mientras que un nudo en mi garganta se hacía presente nuevamente. Mira a madre y ella solo se retira dejándome sola con padre. —En tres noches más será tu fiesta de compromiso y en dos semanas más vas a casarte, ¿Está claro? Asiento y padre reafirma su agarre con más brusquedad y sollozo por el dolor. —¿Está claro Adara?—pregunta seriamente —Sí, padre—respondo Me suelta rápidamente y sale de mi habitación dejándome sola y las lágrimas bajan por mis mejillas sin evitarlo. Camino a mi cama donde me acurrucó y lloró en silencio dejando que los sollozos salgan de mi cuerpo. No se cuanto rato estuve sola, pero tuve que secar mis lágrimas cuando tocaron la puerta. Finjo una sonrisa y camino a la puerta. Al abrirla me encontré a Nikolay, me hago aún lado para que entre a la habitación. —Trate de evitarlo, Dara, pero fue imposible—dice mi hermano —No te preocupes Lay—sonrió forzadamente—estaré bien —Eres mi hermanita—toma mi rostro con suavidad—no mereces esto. —Es mi deber —Suenas como madre —Bueno me criaron como ella —No es justo, Dara —Estaré bien, Lay, no te preocupes, ¿Vale?