Mundo ficciónIniciar sesiónKira Petrov
Pskov Rusia
El olor a humedad y heces me hace despabilar de golpe apenas recuperó la conciencia. Abro mis ojos aturdida sin saber dónde estaba metida. Mi cuello dolía, la garganta me picaba y el cuerpo lo tenía adolorido y acalambrado.
Miro a mi alrededor y no reconozco el lugar de donde estaba ubicada. Estaba descalza y sin ningún accesorio del que recordaba llevar puesto. El vestido estaba lleno de polvo y tierra dejando que ciertas partes ya no fueran tan blancas como lo recordaba.
Me pongo de pie y me ayudó a equilibrar con la pared. El olor era insoportable. Traté de buscar alguna salida pero no había nada. Estaba encerrada joder.
Pateé la puerta a pesar del dolor que sentí en mis pies pero no logré nada. Necesitaba salir. Mi padre debía estar preocupado, mamá sobre todo.
Vuelvo a patear la puerta pero esta era más pesada de lo que creía. Miro a mi alrededor en busca de alguna ayuda.
En alguna situación donde tu vida esté en juego busca siempre a tu alrededor, hasta algo mínimo e indefenso podría salvarte la vida.
Las palabras de mi padre cuando era una niña resuenan en mi mente y trato de buscar algo que me ayudara. Solo necesitaba algo con lo cual defenderme o abrir la puerta para irme.
No había nada, absolutamente nada. Las cajas solo tenían polvo y estaban cerradas. Solo quedaba esperar a que alguien viniera.
Me siento en el suelo frustrada y miró fijamente la puerta esperando que se abriera. El vestido me incomodaba y deseaba sacarlo pero no sabía dónde m****a estaba así que decidí no sacármelo hasta estar segura de donde andaba parada.
No se si pasaron minutos u horas pero finalmente abrieron la puerta, la poca luz entra a la habitación obligándome a cerrar los ojos y parpadear hasta acostumbrarme a ella y unos pasos resonaron obligándome alzar la vista.
La ira se instala en mi al ver el rostro sonriente de Jasha Maslov. El único hijo varón de Dmitry Maslov, el Capo de Rusia.
Como odiaba a ese hombre, siempre lo encontré insoportable y sobre todo al creerse mucho ya que sería el siguiente Capo en Rusia. Se creía el puto rey del mundo cuando en verdad no lo era.
—¿Qué tal la siesta?—toma asiento en una silla que no había percatado que estaba
—Maldito bastardo—le suelto
Sabía ruso de la misma manera que el italiano. Ambos eran mi lengua más natal posible, tener familiares en Rusa y una madre junto tía Rusa hizo que todos en en familia manejáramos el Ruso tanto como el Italiano.
—¿Qué pasa, princesita? ¿No te gusta tu aposento?—se burla
—¿Qué carajos quieres?
—¿De ti?—me señala—no quiero nada de una niña caprichosa y malcriada como tu.
—Entonces déjame ir—exijo
—No—se burla—eres una buena ficha en este tablero.
—¿Perdona?
—Como oíste, princesita, sabía que si alguien te tocaba un puto pelo tu padre se volvería loco
—Me usas para llegar a mi padre—bufo molesta—. ¿Enserio? ¿Su hija?
—Si—sonrie—podría haber sido tu adorada madre pero tiene hermanos aquí, no dudarán en devolverla a tu padre.
—Mi padre te matará—sonrio—fue un error haberme traído hasta acá.
—Tu padre no sabe que fuimos nosotros—sonrie aun mas—no somos estúpidos princesita, Los Ángeles tiene cámaras por cada calle así que enviamos a nuestros soldados recién iniciados en tu búsqueda, nadie sabe que tu estas en territorio Ruso.
—Lo sabrán tarde o temprano—le aseguro—no creas que te saldrás con la tuya Maslov.
—Deberías empezar a respetarme, estas en mis putos territorios y fácilmente podría borrar esa estúpida sonrisa de tu rostro
—Hazlo, no te tengo miedo—le suelto—. Nunca lo harás—lo provocó
—¿Qué tan segura estás?—pregunta
—Mucho—sonrio mientras apoyaba mi cabeza contra la pared—vives bajo la sombra de tu padre, no te atreves hacerlo porque no tienes los suficientes huevos para hacer algo por tu propia cuenta.
Jasha se abalanza sobre mi y agarra mi cuello con fuerza ejerciendo presión cortando mi oxígeno. Trago grueso mientras que lo miraba fijamente sin darle el gusto de suplicarle.
Fácilmente Jasha podría matarme y no era apetecible morir en este lugar tan horrible y asqueroso pero no le daría la satisfacción de suplicar. Al menos moriría tranquila al saber que no le suplicaría.
—¿No tienes miedo, princesita?—inquiere cerca de mi boca
—No—sonrio a pesar del poco oxígeno que poseía—tú vas a... a perder—susurro
Un fuerte pitido se hace presente en mis oídos y tomó la última respiración pausa, Jasha me suelta de golpe permitiéndome respirar mejor y tomo una profunda bocanada de aire llenando mis pulmones de ellos.
—Un día de estos—agarra mi cabello tirando de él—vas a suplicar por tu vida.
—Jamás te suplicaria Maslov, prefiero morir antes que hacer eso—le dejó en claro
—Veamos que tan segura estás—sonrie soltando mi cabello y mira la celda—. Descansa en tu nuevo aposento.
Abandona la celda dejándome nuevamente sola y me dejó caer al suelo frustrada por todo. Apoyo mi cabeza contra la pared y suspiró mientras masajeaba la zona de mi garganta.
•••••••
Hades Santoro
Dos días después
—¿Sabes algo?—pregunta Adara apenas me ve entrar en la habitación
Sus ojos estaban hinchados y rojos por haber llorado estos últimos dos días. Aún estaba en pijama y su cabello estaba arreglado en un desordenado moño que dejaba que sus mechones rubios cayeran a su rostro.
—Nada aun—respondo quitando mi chaqueta
—Debes encontrarla Hades—suplica—es mi hija...
—La encontrare—le aseguro
—Ahora siento lo que sentía mi madre cuando huí—susurra Adara con la voz rota
—Adara...
—Se está repitiendo—me mira con sus ojos aguados—. Kira es idéntica a mi cuando tenía su edad, la historia se está repitiendo en ella.
—La historia no se va a repetir—toma su rostro—la encontraremos antes que algo le suceda.
—Han pasado ya dos días y medio—solloza—necesito a mi Kira de vuelta, no se que le puede estar pasando ahora, ¿Comió? ¿Tendrá frío? ¿Le están haciendo daño?
—Joder Adara basta—le suplico cerrando los ojos
—Debes encontrarla Hades—me pide—debes de encontrarla, es nuestra hija, no puedo volver a perder a alguien que amo. No puedo volver a perderla y no lograr hacer nada al igual que mi hermana.
Beso la coronilla de Adara mientras que lloraba contra mi pecho. Su cuerpo temblaba por los sollozos de su cuerpo. Acaricio su espalda mientras trataba de averiguar dónde estaba mi hija ahora mismo.







