—No te digo esto para hacerte daño —continuó Cora, al notar su expresión—. Te lo digo para que entiendas por qué no te hablé de ello desde el principio. Pero ahora lo veo claro, ella sabía que lo necesitaría más que nada, ya que puedo trasladar la magia de tu hija a esta gema y así mantenerla a salvo. Cuando crezca, podrás entregársela.
Zachary mantuvo la mirada fija en la gema durante un largo rato, hasta que al final, asintió lentamente.
—Está bien, si de verdad crees que es posible...
—Lo es —lo interrumpió Cora, alzando la mano—. Llevo tiempo practicando mi magia, y creo que tengo la fuerza suficiente para lograrlo.
La tensión fue abandonando poco a poco el cuerpo de Zachary, quien asintió de nuevo, visiblemente aliviado de tener a su hermana de su lado.
Entonces, los gritos que estallaron en la habitación de Selene los devolvieron de golpe al presente. El rostro de Zachary perdió el color, se lanzó hacia la habitación detrás del médico y de dos enfermeras. Cora fue tras ellos, con