Punto de Vista en Tercera Persona
Selene alisó las telas sedosas de su vestido negro mientras se observaba en el espejo. Estaba dentro de su vestidor, el mismo que Zachary le había construido años atrás. Su cabello oscuro y abundante caía sobre su hombro; acababa de terminar de cepillárselo. Había pasado un poco más de una hora desde que Judy y Gavin se fueron, pero aún no lograba sacarse de la cabeza las palabras de Gavin.
Pensó en su día con Judy Montague; la muchacha era peculiar, pero Selene no podía negar la extraña sensación que le producía estar cerca de ella, era como si la conociera de toda la vida.
Un golpe en la puerta desvió su atención del espejo hacia la entrada del vestidor.
—¿Sí? —preguntó, agradecida de que su voz sonara firme.
La puerta apenas se abrió y su esposo, su compañero de vida y de alma, asomó la cabeza. Había preocupación en sus ojos.
—Has estado muy callada, así que me empecé a inquietar —dijo Zachary, entrando al vestidor—. ¿Todo bien?
Selene le dedicó una