Punto de Vista en Tercera Persona
El aire nocturno arañó su piel, pero el verdadero escalofrío vino de dentro. Daisy se dejó caer contra la pared del jardín, el teléfono agarrado a su mano, todo su cuerpo temblando. El vínculo se encendió de repente, quemando a través de sus venas, y un dolor al rojo vivo rasgó su pecho y vientre, haciéndola jadear. Sus uñas arañaron su piel cuando la verdad la golpeó: Noah estaba con alguien más… otra vez.
La marca en su cuello palpitó como fuego, marcándola por dentro y por fuera. No eran solo celos; no era solo rabia… era agonía. Su traición era su castigo, forzado a través del vínculo hasta que apenas podía respirar.
Presionó el teléfono contra su oído, con manos temblorosas. Después de un largo rato, su voz se deslizó, suave y cruel.
—Noah… —susurró ella, las lágrimas derramándose calientes por sus mejillas—. Por favor. Por favor, déjame ir a ti. No puedo… —¿Por qué me estás llamando? —preguntó, su voz cortante—. ¿No te he dicho que no lo hagas? —