Negué con la cabeza, aún tratando de entender.
—Necesito verla —dije mientras comencé hacia la sala de emergencias.
—No nos dejan —dijo Michelle rápidamente—. Dicen que está en tratamiento y no puede ser molestada, o podría ser perjudicial para el bebé.
—Tengo que verla —dije entre dientes. Mi lobo me estaba hostigando para ver a su compañera. Estaba preocupado enfermo... como yo.
—Lo sé... pero debes hacer lo que es mejor para Judy ahora mismo. Si verla disturba su tratamiento, entonces necesitamos mantener la calma y fuera de su camino. Saben lo que están haciendo. Son doctores en tu manada. Tenemos que confiar en ellos —me dijo Michelle, usando su voz calmada de mamá.
—Alfa, ¿ha sido herido? —preguntó Nan, mirando la mancha de sangre en el lado de mi camisa. Mi herida había sangrado a través, y atrajo mi atención a mi propia lesión. Casi me olvido de ella.
—Estoy bien —murmuré sin dedicarle otra mirada.
—Estás sangrando —dijo, su ceño profundizándose—. Deberías hacer que miren eso..