Me di cuenta de un par de chicas hablando en la mesa al lado de la mía. Tomé nota de cómo las chicas interactuaban entre ellas. La forma en que una de ellas tenía su pierna rebotando y la otra seguía golpeteando sus dedos en la mesa. Cada pequeño detalle importaba porque podría ayudar cuando contara más. La competencia no empezaba en el foso, empezaba en el segundo que el avión aterrizaba en este país.
Cada momento era parte de la competencia, y tenía que ser cuidadosa con lo que hacía y con quién hablaba.
Sentí una presencia a mi lado y cuando me volteé, me congelé.
Theo estaba sentado a mi lado. Tenía una sonrisa en su rostro mientras me miraba hacia abajo y mi estómago se retorció. Sabía que iba a ser un problema estas próximas semanas.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté en un susurro.
Agarró la placa con el nombre del asiento y me la mostró; mis ojos se abrieron cuando me di cuenta de que ese era su asiento. Por supuesto que lo era; no debería haberme sorprendido que esta fuera mi sue