Capítulo 124
Pero en el segundo en que vi su mejilla hinchada y el corte en su labio, vi todo rojo. Familia o no, mi sobrino iba a morir por lo que le hizo.

Besarla no era parte del plan, pero ciertamente nos calmó tanto a mí como a mi lobo. En el momento en que la besé, supe que parar iba a ser casi imposible. Al principio, probé la sangre en su labio, pero luego su herida comenzó a cerrarse, y me pregunté si era su loba quien la estaba sanando, o yo...

La atraje hacia mí aún más cerca, sintiendo cada curva de su cuerpo presionada contra el mío. La llevé hacia el auto, sin dejar que mis labios se alejaran de los suyos hasta que llegamos a la puerta delantera del coche, y golpeé en ella, obligando a Taylor a bajar la ventanilla.

A regañadientes, rompí el beso para mirar la cara presumida de Taylor. Judy estaba sin aliento y sus labios ya no estaban hinchados por la herida, sino hinchados por mi beso.

—Sal —le dije—. Espera aquí afuera.

—Sí, señor —dijo Taylor con un destello de humor en sus ojos mi
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