67. SOLO FUE INSTINTO
GREYSON
En realidad, el temblor duró segundos, pero yo juraría que había sido una eternidad.
Solo me podía aferrar a mi hembra, sobre mi pecho, estirando las piernas para apoyarme en las paredes y pensando en qué mierd4 de casualidad era esta.
Cuando los movimientos bruscos cesaron, nos quedamos en silencio, respirando agitados, sudando y con esa maldit4 luz roja parpadeando sin cesar, haciendo esta caja más opresiva.
—Ava, ¿estás bien? —enseguida fui a levantar su rostro escondido en mi pecho.
—Nena, dime algo, por favor… no, no, no llores, mi vida, no llores, pequeña...
La abracé con más fuerza, besando sus lágrimas cuando sollozos comenzaron a salir de su boca.
Sus manos temblorosas se aferraron a mi cazadora al punto que pensé que me arrancaría la tela.
—Ava, todo está bien, no pasa nada, te voy a proteger, mi amor, nunca voy a permitir que nada te dañe —cargada sobre mis muslos, intenté consolarla.
Mis promesas no eran solo por este accidente.
Sabía muy bien cuáles eran sus miedo