NARRADORA Ava asintió y enseguida guardó las cosas dentro de la bandolera que cargaba. Estos planos no podían caer en las manos de Feodor, solo esperaba que Greyson no tergiversara sus buenas acciones. Cuando estuvo segura de que el hombre se había marchado, se arrastró para salir de su escondite, pero una punzada en los senos la hizo resoplar y doblarse con un poco de dolor. La piel volvía a arderle y picarle, conocía muy bien la sensación.“¡No, no, maldit4 sea! ¡¿Cómo puede ser que ya haya pasado el efecto?!” No eran tantas las horas desde que se tomó el hechizo de la metamorfosis. “¡Esa bruja incompetente!” Saphir exclamó llena de indignación. El hecho era que quizás la primera vez les cayó encima demasiada pócima o por cualquier otro motivo, ahora mismo, ya estaban regresando a ser la Ava de siempre. “Más razón para largarnos de aquí.” Con el plano bien guardado, salieron de la oscuridad, pero tenían que pasar obligatoriamente por frente al cuerpo maltrecho de Emma. Ava
AVAMis ojos vagaban por la estancia, buscando una manera de escapar.Pero no podía engañar a nadie, incluso en mi mejor forma, luchar contra un Alfa no era cosa fácil, menos ahora.Shapir rugía al lobo de Feodor, pero ese animal era igual de ruin que su parte humana.Tirando del lazo y de su aura opresiva para someterla.—Solo vine a buscar unos artículos de mi madre, no quiero problemas. ¡Son cosas que nos pertenecen! —le rugí, sacando la valentía que en realidad no sentía.—Claro, todo aquí te pertenece, sigues siendo la Luna y te quedarás a cumplir todas tus funciones - recalcó la palabra “todas” dando algunos pasos hacia nosotras.—Incluso castigué a la mujer que te traicionó, ¿acaso eso no te mostró lo arrepentido que estoy?—Eso solo me demostró que eres un hijo de puta retorcido —le dije entre dientes, viendo el destello de ira cruzar sus orbes, pero antes de que tomara acciones en mi contra, un rugido demente me hizo estremecer los tímpanos.Detrás de mí, la sombra de una lob
AVAEl viento fuera de la cabaña me espabiló un poco. Lo seguí en silencio, pensando en desde cuándo me seguía y por dónde entró a esta manada.Pronto tuve la respuesta: él había descubierto el túnel de emergencia, posiblemente desde el otro lado, mientras perseguía mis pasos.—¡Hay otra cosa que no puedo dejar! —le grité al pasar cerca de ese árbol donde oculté los planos.—¡Si está haciendo tiempo para que venga el Alfa o su gente a rescatarla, pierde el tiempo! —me sostuvo arrastrándome implacable.—¡No lo entiendes, maldit4 sea, no hago tiempo de nada, no quiero regresar! —le pisoteé la bota haciéndome más daño yo en mi pie, pero aflojó la mano en mi brazo y tiré con toda la fuerza que pude reunir.—¡Srta. Ava! ¡Maldit4 sea! —gritó cuando me vio regresando, pero yo iba muy cerca.Me incliné con mareos, Diosa, estaba sudando a raudales mientras mis manos buscaban desesperadas entre la hierba hasta dar con los documentos.¡Aquí estaban!De espaldas a él, lo metí en mi bandolera, ap
AVA La habitación olía a desinfectante y a resignación. La doctora evitaba mi mirada como si eso fuera a suavizar el golpe que estaba por darme. —Sus análisis no muestran mejoría, Luna —dijo finalmente, con voz baja. —De hecho, sus capacidades físicas han disminuido aún más esta semana. Sus instintos… la conexión con su loba… todo está debilitándose. Me aferré al reposabrazos, para disimular el temblor en mis manos. —¿Y la fertilidad? —susurré, como si al decirlo bajito pudiera cambiar la respuesta. La doctora tragó saliva, sin levantar los ojos. —Los niveles hormonales no son alentadores. Lo siento, Ava. Si las cosas siguen así… no podrás concebir. Todo se detuvo dentro de mí. Pero no solté ni una lágrima. Me sentía tan seca y sin esperanzas. Mi peor pesadilla haciéndose realidad. Heredé la rara enfermedad de mi madre, aunque al menos ella me pudo dar a luz. No se sabía la causa, solo que te ibas consumiendo hasta quedarte como una muñeca sin vida; sin hablar, ni escuchar
AVAPasaron dos días. Dos días donde me tenían casi como una prisionera, vigilada, sin medios de comunicación, y ella se paseaba por la casa como si fuera la dueña de todo. Vestía mi ropa, usaba mis maquillajes, me imitaba como siempre había deseado hacer.Sin embargo, hoy había una reunión importante donde una farsante como Emma no podía reemplazar a la verdadera Luna.—Ya sabes, Ava, sonrisa en el rostro y somos la pareja ideal —el estómago se me revolvió ante las palabras de Feodor y su toque.“Maldito cínico.” Saphir rugía de indignación en mi interior. Él no quería liberarla del vínculo.Aunque deseaba escupirle la cara, no tuve otra opción que seguir fingiendo delante de sus socios de negocios y otros lobos que asistieron.La vida de mi madre estaba en juego. Pero la Diosa Luna al fin se apiadó de mi situación.Saludando entre los invitados, me asombré de encontrarme a un viejo amigo que hacía tiempo no veía.—¡Ava! — se acercaba el macho de casi 1.80 de estatura, cabello casta
AVAOwen se quedó mirándome, asombrado, pero sé que de repente contemplaba también la posibilidad.—. Av, mi manada no es fácil, mi padre es estricto…—Salvarnos el culo tampoco fue fácil y tú no lo dudaste un segundo —le dije, afianzando mi decisión.—Ava, no sé… no lo hagas por protección, yo igual las dejaré en este territorio…—Owen —tomé sus manos—, ¿viste a mi madre? Puede que yo esté así en unos meses o años, quizás muera súbitamente… no sé…—Ava…—Ssshhh… seré tu respaldo como tú siempre fuiste el mío. Para eso son los amigos —le dije, ganándome un abrazo de oso.Incluso suspiró, el pobre debía estar asfixiado. Mentir nunca fue buena idea, pero le daría tiempo para organizar los asuntos con su padre.—Ya tienes una hermosa prometida, bebé —le palmeé el trasero burlándome, para romper el momento tenso.—Eres insufrible. Papá va a infartar cuando te conozca.—Que se cuide ese Alfa, que ya de capullos estoy hasta el gorro —le dije mientras nos alejábamos de regreso.Poco sabía que
AVA Abro la bata y la bajo seductoramente por mis hombros, hasta que cae al suelo. Su rostro estupefacto es un poema, y yo estoy descojonada de la risa por dentro. Me arrojo en cuatro patas y gateo sobre la alfombra como una fiera salvaje. El hilo se me encaja entre las nalgas de manera incómoda, pero yo estoy en mi papel de zorra. —A… Ava, ya basta… —¿Qué? ¿Te volviste tímido de repente? Mis bubis te impresionaron —me meto entre sus piernas, de rodillas frente a él. Y no aguanto más el comenzar a reírme. —No me jodas, Owen, tal parece que te he pillado pegándome los cuernos con tu amante. Creo que todos nos reiremos de esta broma, pero Owen sigue haciéndome señas un tanto confusas. De repente, el sonido de un cristal rompiéndose y un gruñido brusco me sobresalta. Comienzo a sudar frío y a palidecer. Abro los ojos en modo desorbitado. Owen baja la cabeza y se estruja la frente. Yo giro el cuello, aún en cuatro patas y media desnuda, para ver al Alfa parado frente a un min
AVAUn rugido me hizo saltar en el lugar, mirando en pánico hacia la puerta donde el Alfa estaba de pie. Di un paso atrás, nerviosa, reparé en que me había acercado demasiado al cuadro. —Yo… no quise molestarlo… —¡¿Quién te dio autorización para entrar en mi despacho y tocar mis cosas?!Caminó como un vendaval hacia la pintura para examinarla. Quizás pensando que la había dañado. Quise explicarme, pero mi mano se enredó con la esquina de la bandeja metálica.Cayó al suelo con un ruido estridente.—No, no, no…Me incliné con los ojos rojos, temblorosa, comencé a recoger la porcelana rota. El nudo se apretaba en mi garganta. La blanca loza empezó a teñirse de rojo por las cortadas en mis yemas, me estaba empezando a sentir algo mareada.—Detente, estás sangrando, espera… ¡Ava, espera! —¡No!Me levanté a enfrentarlo, apartando sus manos que intentaban sostenerme. No quería llorar delante de él. Todo lo que hacía era malinterpretado. —Solo quería disculparme por lo de esa noche,