32. LA CURIOSIDAD DE SAPHIR
AVA
Intentando desviarme en el aire, perdí apoyo en la pierna sobre la lona y ya iba rumbo a caerme de culo.
Pero Greyson nunca me dejaba caer, no importa si estuviésemos enojados, con desconfianzas y mentiras, él siempre me había sostenido, y esta vez no fue la excepción.
Sus brazos fuertes me estrecharon, y me recosté a sus pectorales duros y musculosos, apretando mis manos en su espalda.
Recuerdos de esa mañana, cuando lo tenía montado sobre mi cuerpo como un lobo en celo, susurrándome todas esas promesas lascivas al oído, asaltaron mi mente.
Debo controlarme, o Greyson me va a oler.
Ya mi loba no mira tan asustada a ese enorme Alfa que siempre la observa fijamente, dudando, esperando...
—Lo lamento por los malabares — tomé una bocanada de aire fresco, subiendo la cara avergonzada y lista para alejarme.
Pero los brazos de Greyson no se separaron de mi cintura, y sus ojos azules me observaban de esa manera intensa y rara que no sé descifrar.
Él me envía muchas señales confusas y ya