AVA
Pasaron dos días.
Dos días donde me tenían casi como una prisionera, vigilada, sin medios de comunicación, y ella se paseaba por la casa como si fuera la dueña de todo. Vestía mi ropa, usaba mis maquillajes, me imitaba como siempre había deseado hacer.Sin embargo, hoy había una reunión importante donde una farsante como Emma no podía reemplazar a la verdadera Luna.
—Ya sabes, Ava, sonrisa en el rostro y somos la pareja ideal —el estómago se me revolvió ante las palabras de Feodor y su toque.
“Maldito cínico.” Saphir rugía de indignación en mi interior. Él no quería liberarla del vínculo.
Aunque deseaba escupirle la cara, no tuve otra opción que seguir fingiendo delante de sus socios de negocios y otros lobos que asistieron.
La vida de mi madre estaba en juego. Pero la Diosa Luna al fin se apiadó de mi situación.
Saludando entre los invitados, me asombré de encontrarme a un viejo amigo que hacía tiempo no veía.
—¡Ava! — se acercaba el macho de casi 1.80 de estatura, cabello castaño y ojos verdes.
Los ojos se me enrojecieron, pero el pellizco en mi brazo me recordó que Feodor estaba al pendiente de todos mis movimientos.
—¡Owen! —lo abracé cuando me envolvió en su abrazo de oso—. ¿Qué haces aquí?
—¿No puedo hacer negocio y visitar a una amiga? —me dijo, y me quedé mirándolo, apretando las manos con nerviosismo, disimulando mi sonrisa falsa.
—Sr. Hunter, bienvenido a mi manada. Ava me ha hablado mucho de usted —Feodor le estrechó la mano, aprovechando mi amistad para acercarse a Owen.
Él era el heredero de una de las manadas más poderosas y antiguas, Crimson Raven, y todos, absolutamente todos, deseaban tener relaciones con ellos.
La reunión continuó y Feodor no soltaba a Owen; sin embargo, hubo un momento en que se giró para hablar con otro Alfa.
¡Este era mi momento!
—Owen, ¿todavía sabes dónde venden ese lápiz rojo que tanto me gustaba? —le pregunté de repente, y vi la sorpresa brillar en sus irises.
—¿El mismo lápiz rojo de siempre… el rojo? —el corazón se me quería salir. ¡Él estaba recordando nuestra señal de peligro!
—Sí, sí… el rojo brillante… —miré con disimulo a Feodor, pero me llené de pánico al verlo girarse hacia mí.
—¿De qué hablan? —preguntó con esa sonrisa que ocultaba amenazas.
—Tonterías de juventud, explíqueme mejor ese proyecto que necesita socios.
Respiré aliviada cuando Owen desvió la conversación a lo que Feodor quería.
Esa noche, todos bebieron y Owen brindaba una copa tras otra con el Alfa.
Aceptó quedarse porque se veía muy tomado, al igual que Feodor.
Me retiré en silencio a mi habitación cuando se acabó la fiesta.
Subiendo la escalera, encontré a mi expareja con Emma, entrándolo en su cuarto, borracho perdido y casi desnudándola en el pasillo.
Ella me miró con autosuficiencia, cerrándome la puerta en la cara, y enseguida gemidos se escucharon del interior.
No me importaba, ni a mi loba. Ahora solo deseábamos escapar de esta pesadilla.
Entré a mi alcoba en penumbras y una sombra se atravesó en mi camino.
Owen estaba esperándome.
Me abrazó. Y por primera vez… me quebré.
—Ava, ¿qué sucede aquí? ¿El Alfa te maltrata?
—Me engaña con Emma —solté entre lágrimas, aferrada a su pecho, contándole las cosas que estaba viviendo.
—Ni siquiera puedo ver a mi madre cuando quiero. Dicen que si hablo, la matan —mi voz se perdía en los sollozos.
Owen me sostuvo con fuerza, con rabia contenida.
—Nos vamos ahora mismo. Te voy a ayudar, Ava. Juro por mi vida… que te saco de aquí esta noche.
—No puedo irme sin mi madre —dije levantando la cabeza—. Ella no responde, pero está viva. Es lo único que me queda.
Él asintió.
—Dime dónde. Lo haré.
*****
El plan fue rápido. Sin pensarlo mucho, aprovechando las resacas de la fiesta.
Owen trepó por fuera de la ventana del cuarto de mamá y yo caminé por la casa en silencio, casi corriendo hasta su puerta.
Cuando irrumpí, la traidora de la cuidadora se levantó de su camita.
—¿Qué quiere a estas horas, Luna? —me miró con molestia—. Sabe que el Alfa le tiene prohibidas las visitas sin su autorización. Márchese.
—Aquí la única que se va a marchar para siempre eres tú, infeliz —le dije entre dientes, cerrando la puerta con calma.
Antes de que abriera la boca, la sombra de Owen se cernía en su espalda.
Su cuello fue girado en un ángulo antinatural con un crac crepitante.
—Rápido, la bajaré por la ventana y luego te arrojas tú —me dijo con prisa.
Yo me acerqué a la mujer sobre la cama, demacrada y delgada, respirando débilmente.
Acaricié su mejilla con un nudo en la garganta.
—Vamos a salir de aquí, mamita —susurré, ayudando a Owen a cargarla, sujeta a su espalda con las sábanas.
—Ve, la rotación de guardia está al cambiarse —le dije, calculando el horario.
Lo vi desaparecer por el borde, pensando en que no había tomado dinero, ni ropa, ni nada.
Todo había sido muy rápido, pero no me arrepentía.
Caminé hacia la ventana con decisión, después pensaría en cómo sobrevivir.
Pero sentándome en el marco, la puerta se abrió de repente.
Me giré, asustada, para ver aparecer a Emma con el rostro sumido en las sombras.
—Sabía que estabas tramando escaparte con ese hombre —me dijo entre dientes, bloqueando la salida.
Empuñaba un cuchillo en su mano.
—No sé qué pretendes hacer con eso, pero ya ganaste, Emma. Ya tienes lo que querías. Me voy —no podía perder el tiempo, por mucho odio que le tuviese.
—¿Tú crees que fue casualidad? —me preguntó de repente, y no comprendí.
—Yo empeoré tus síntomas, Ava. Cada hierba, cada remedio… fui yo quien los cambió. Poco a poco, día tras día.
Me quedé helada.
—¿Qué…?
— Porque tú no merecías ser la Luna. ¡Yo sí! ¡Sabías que me gustaba Feodor y aun así lo sedujiste!
Hablaba puras estupideces falsas. Nunca supe que le gustaba ese hombre.
Mi cerebro estaba en bucle, estancado en la parte donde dijo que me envenenaba.
Todo este tiempo era ella quien arruinaba mi vida.
Mis garras crecían, me bajé de la ventana caminando hacia Emma con la rabia bullendo.
—¿Cómo pudiste verme destrozada, llorando, consumiéndome y fingir empatía y amor? —le pregunté con voz helada.
Ella seguía hablando sin percibir el peligro que la amenazaba. Mi mente no estaba muy bien, algo primitivo se apoderaba de mí y rugía por salir.
—… tu madre también era una hipócrita puritana… ¡aahhh!
Rugió cuando me le abalancé al cuello, tomándola por sorpresa. A última hora me bloqueó, pero le destrocé la cara con las garras.
Chilló en agonía y forcejeamos. No sé de dónde sacaba las fuerzas, pero la agarré del pelo con rudeza y la arrojé contra la mesita de noche.
Su cabeza impactó con un golpe sordo y cayó al suelo aturdida.
Salté, sentándome sobre su estómago, abofeteándola con ira y saña, sin detenerme.
Mi piel ardía como si las venas se fueran a incendiar al rojo vivo.
Emma no reaccionaba, solo lloraba. Siempre fue una cobarde, pero no bastaría con una golpiza.
El reflejo del cuchillo brilló en mis ojos y me incliné para tomarlo de la alfombra, apretándolo en mi puño.
Lo puse en su garganta y ella comenzó a suplicarme que no lo hiciera, que estaba arrepentida.
—¡Av, no, no, solo estaba confundida! ¡Él me obligó, me amenazó también con nuestra madre!
Me reí fríamente y bajé el cuchillo, sintiendo la carne ceder, pero antes de cortarla profundamente, unos brazos me sostuvieron por detrás, obligándome a levantarme.
—Vamos, vamos, los guardias ya vienen. ¡Ava, reacciona! —Owen me arrastró casi a la fuerza.
Mis ojos asesinos no dejaban de ver los de Emma, aún desorbitados.
Se había orinado encima y la línea roja en su garganta sangraba, pero no logré acabar con su vida.
Comenzó a gritar y nosotros escapamos por la ventana, corriendo al bosque.
Me sentí tan agotada, el sudor me corría, pero apreté los dientes hasta ver solo oscuridad y continuar por instinto.
Owen me tuvo que cargar, llevándome a su auto estacionado en el camino.
No sé bien qué sucedió después.
El olor de mi madre estaba a mi lado y la abracé con fuerzas a punto de desmayarme, mientras escuchaba el rugir del motor acelerando.
Owen logró sacarnos de Colmillos de Acero, arriesgando su propia vida, y nada sería suficiente para agradecerle.
La manada de mis padres… me había sido robada.
*****
Unos días pasaron desde nuestro escape temerario.
Temí que Feodor me persiguiera, pero Owen nos trajo a la protección de las tierras de Crimson Raven, y ese cobarde no se atrevía a entrar aquí.
Owen se estaba portando como más que un amigo, al menos me quedaban personas buenas en mi vida.
Me ayudó a internar a mi madre en un centro hospitalario que controlaba su familia, y yo también me recuperaba aquí.
Quizás, sin los venenos de Emma y con nuevos estudios, lograban dar con lo que causaba esta enfermedad.
Aspiré el aire fresco, mirando al bosque bajo la montaña, más allá del jardín.
Me sentía aún triste, pero también liberada.
Mi loba más animada, sin la presión tóxica del Alfa.
Lo único que lamento es que no pude zafarme del lazo con Feodor, pero sé que existen otros métodos que luego buscaré.
—¿A quién estás destripando ahora en la mente? —un susurro burlón en mi oído me hizo sobresaltarme.
Me giré con una risa sarcástica.
—No sé, Pavo Real, no cuquees a una loca, que te puedo rebanar tus cositas —respondí en modo psicópata, y Owen comenzó a reírse a carcajadas.
—¡Ya había olvidado que me llamabas Pavo Real! —se reía con más ganas, y yo con él, como hacía mucho tiempo no hacía.
¿Cuándo dejé de ser la mujer alegre y atrevida? Siempre girando alrededor de ese imbécil de Feodor.
—Así me gusta verte. Ven, demos un paseo —me pasó la mano por el cuello y caminamos por el sendero.
Cualquiera que nos viera pensaría otra cosa, pero yo sé que Owen nunca sentiría ningún sentimiento amoroso por mí, porque él tiene un gran secreto que pocos saben.
A él le gustan los machos.
Conversamos mucho, del pasado sobre todo, pero cuando le pregunté de sus planes para el futuro, noté enseguida su tensión.
—Owen, ¿qué pasa? —lo hice detenerse.
—Nada, Av, tranquila. Tú tienes bastantes problemas ya. Más bien hablemos de cómo insertarte en la manada…
—No, no. Quiero hablar de ti. No puede ser que tenga confianza contigo y no me digas tus problemas —me miró con ojos complicados.
Lo presioné hasta que soltó prenda.
Su familia tradicional lo estaba obligando a buscarse una pareja.
Él era el heredero a Alfa y, aunque su padre tenía aún el control, ya desde ahora presionaban a Owen.
—Pero debiste decirle, Owen…
—No es tan simple, Ava. Mi manada… es complicada —respondió suspirando—. Lo peor es que tengo a alguien que me gusta. Él es mi mate, pero también tiene una posición difícil… no sabemos qué hacer por ahora…
—Seré tu prometida —solté de golpe, sin pensar mucho en la locura que me estaría metiendo.
—¡¿Qué?!
AVAOwen se quedó mirándome, asombrado, pero sé que de repente contemplaba también la posibilidad.—. Av, mi manada no es fácil, mi padre es estricto…—Salvarnos el culo tampoco fue fácil y tú no lo dudaste un segundo —le dije, afianzando mi decisión.—Ava, no sé… no lo hagas por protección, yo igual las dejaré en este territorio…—Owen —tomé sus manos—, ¿viste a mi madre? Puede que yo esté así en unos meses o años, quizás muera súbitamente… no sé…—Ava…—Ssshhh… seré tu respaldo como tú siempre fuiste el mío. Para eso son los amigos —le dije, ganándome un abrazo de oso.Incluso suspiró, el pobre debía estar asfixiado. Mentir nunca fue buena idea, pero le daría tiempo para organizar los asuntos con su padre.—Ya tienes una hermosa prometida, bebé —le palmeé el trasero burlándome, para romper el momento tenso.—Eres insufrible. Papá va a infartar cuando te conozca.—Que se cuide ese Alfa, que ya de capullos estoy hasta el gorro —le dije mientras nos alejábamos de regreso.Poco sabía que
AVA Abro la bata y la bajo seductoramente por mis hombros, hasta que cae al suelo. Su rostro estupefacto es un poema, y yo estoy descojonada de la risa por dentro. Me arrojo en cuatro patas y gateo sobre la alfombra como una fiera salvaje. El hilo se me encaja entre las nalgas de manera incómoda, pero yo estoy en mi papel de zorra. —A… Ava, ya basta… —¿Qué? ¿Te volviste tímido de repente? Mis bubis te impresionaron —me meto entre sus piernas, de rodillas frente a él. Y no aguanto más el comenzar a reírme. —No me jodas, Owen, tal parece que te he pillado pegándome los cuernos con tu amante. Creo que todos nos reiremos de esta broma, pero Owen sigue haciéndome señas un tanto confusas. De repente, el sonido de un cristal rompiéndose y un gruñido brusco me sobresalta. Comienzo a sudar frío y a palidecer. Abro los ojos en modo desorbitado. Owen baja la cabeza y se estruja la frente. Yo giro el cuello, aún en cuatro patas y media desnuda, para ver al Alfa parado frente a un min
AVAUn rugido me hizo saltar en el lugar, mirando en pánico hacia la puerta donde el Alfa estaba de pie. Di un paso atrás, nerviosa, reparé en que me había acercado demasiado al cuadro. —Yo… no quise molestarlo… —¡¿Quién te dio autorización para entrar en mi despacho y tocar mis cosas?!Caminó como un vendaval hacia la pintura para examinarla. Quizás pensando que la había dañado. Quise explicarme, pero mi mano se enredó con la esquina de la bandeja metálica.Cayó al suelo con un ruido estridente.—No, no, no…Me incliné con los ojos rojos, temblorosa, comencé a recoger la porcelana rota. El nudo se apretaba en mi garganta. La blanca loza empezó a teñirse de rojo por las cortadas en mis yemas, me estaba empezando a sentir algo mareada.—Detente, estás sangrando, espera… ¡Ava, espera! —¡No!Me levanté a enfrentarlo, apartando sus manos que intentaban sostenerme. No quería llorar delante de él. Todo lo que hacía era malinterpretado. —Solo quería disculparme por lo de esa noche,
GREYSON HUNTERCuando Owen me dijo que le gustaba alguien, pero era complicado, me preparé para cualquier cosa menos para encontrarme con mi propia mate.La olí entrando en esa molesta fiesta.Mi lobo Kaos enloqueció buscándola, mis pupilas se cerraron sobre la deliciosa hembra en medio del salón.Diosa, era hermosa, hace tanto que no me sentía tan excitado, tan emocionado por alguna mujer.Di algunos pasos para acercarme, pensando en cómo secuestrarla y sacarla del medio de todos esos machos babosos que se comían su escote.Esa pequeña iba a aprender que vestidos tan descarados serían solo para mis ojos; pero en un maldito segundo, mi mundo entero se sacudió.Owen se acercó a ella, me detuve al ver su mano en su cintura, sonriéndole; mis caninos crecían y el gruñido amenazaba con salir de mi garganta.«Abuela, ella es mi prometida Ava Reed».“No, no, ¡maldición! Greyson, dime que no estoy escuchando bien. ¡¿Cómo puede mi hembra ser la pareja de mi cachorro?!”Miles de sentimientos me
GREYSON HUNTERFrené de golpe para no ser aplastado por las rocas enormes que bajaron rodando la empinada pendiente.El auto de Owen y el mío quedaron separados.—¡Owen! —tiré la puerta y caminé bajo la lluvia.El derrumbe era serio y aún amenazaba con seguir. La carretera bloqueada y era peligroso de transitar.—¡Papá, estamos bien, pero me preocupa más Ava! —y a mí. Me está matando la preocupación.—¡Voy a convertirme en lobo y rastrearla, tranquilo, busca la manera de regresar!—¡No, no, moveremos las rocas y te alcanzamos luego!Me dijo, pero yo ya no estoy escuchando. Mi ropa cae al suelo. Desnudo bajo la lluvia fría convoco la transformación a mi lobo.Como una bestia sobre la tierra, mis articulaciones crujen, los poros se dilatan para dejar salir el pelaje negro azabache.Rujo con la boca alargándose en un poderoso morro, mis ojos cambian, mi columna se remodela.Kaos toma el control. No es un Alfa común, nosotros no somos normales por ningún lado.Esta manada oculta más de lo
GREYSON HUNTER—Ava… yo… hablemos…Salí de la ducha agarrando una toalla que no tapaba para nada el pico de mi erección apuntándola.Mi polla casi habla y la saluda incluso, toda emocionada de ver a la mujer que nos tenía bien cachondos.Sin embargo, esta era la situación más incómoda de mi vida.—Nena… digo… Ava, lo que escuchaste…“Algo no está bien con ella” Kaos me dice, y yo también reparo en que Ava está como ida y sudando agitada.Me mira fijamente, de pie en la entrada, pero sus ojos se notan erráticos, tornándose de un color naranja y amarillo, como si llamas danzaran en las profundidades.—Ava, ¿qué te sucede? ¿Te encuentras mal? ¿Te hizo daño mi sangre? Háblame…Doy un paso adelante viéndola tambalearse y extiendo las manos para agarrarla.Todo el deseo se me apaga de golpe, sumido en la preocupación.—Ssh —siseo sorprendido por las quemaduras en las palmas de mis manos cuando sujeto sus brazos.Ava está hirviendo a una temperatura que no es normal.—Ava, ¿puedes hablarme?
GREYSON HUNTEREsto es malo, ya sea en mi pareja o en la de Owen.La manada Crimson Raven siempre debe contar con un heredero y no cualquiera.Yo me arriesgué con Owen al adoptarlo como mío, pero tuve que someterlo a ese cruel hechizo de sangre desde bebé, que no pienso realizar nunca más en mi vida.Owen casi muere en mis manos; sin embargo, él y sus descendientes tienen la fuerza para cargar con mi legado maldito si algo me sucede y no tengo más hijos.Pero, si Ava no puede concebir…"Ava es nuestra. Owen que se busque una loba fértil. Ya nosotros hemos dado demasiado por proteger a los demás", Kaos me dice, pero sabe muy en el fondo que las cosas no son tan sencillas.Jamás la rechazaría por eso, pero hay personas importantes que no pueden enterarse de este asunto o Ava estará en peligro.En Crimson Raven siempre tiene que haber un heredero varón.—Lo que acabas de decir, sabes que no puede salir de aquí, ¿cierto? —la miro con ojos afilados y una amenaza nada disimulada.—No tienes
AVA Logré recuperarme de este accidente no tan accidental. Recordé la razón por la que escapé de la protección del auto y antes de desmayarme. Unas personas raras me perseguían y Owen me dijo que ya estaban investigando. Esos días los pasé más tranquila. Visitaba a mi madre e intentaba adaptarme a las costumbres de la mansión del Alfa. Winifred en ocasiones, me quería poner las cosas difíciles, pero nada que no pudiese soportar. Hasta una noche que Owen me dijo que debía entrar al programa de entrenamiento. —Lo lamento, Ava, pero con lo que te sucedió, lo mejor es que ejercites un poco. Incluso le viene bien a la debilidad de tu cuerpo —conversábamos en la terraza del jardín por la noche. —Solo quieres verme en leggings, acéptalo —le dije de guasona, pateándolo un poco en el sillón frente a mí, intentando sacarle una sonrisa. —Seguro, nena, tú sabes que siempre has sido mi favorita —me dice guiñándome un ojo y nos reímos más de tanta tontería. Pero en eso la maleza se mueve