DALTON
El silencio que quedó en la oficina después de que Elías salió era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Por primera vez, sentí que Lía y yo éramos una fortaleza contra el mundo. Que nada podía tocarnos, aunque el universo entero se estuviera cayendo a pedazos alrededor.
Acaricié su cabello, la sentí temblar apenas bajo mis manos, y juro que nunca había querido a nadie tan cerca de mí como en ese instante.
— No le hagas caso —. Susurré, apretando su espalda—. Elías quiere que pierdas el control, que sientas que esto fue un error. Pero si algo aprendí en todos estos años es que los cobardes gritan cuando no tienen nada más que decir.
— Yo lo único que veo es que tu primo por alguna razón quiere que fracases en tus relaciones amorosas —. Abrí la boca por la sorpresa al ver que era bastante observadora. Era la mujer más inteligente que había conocido en mi vida —. Soltó una risa apagada, de esas que saben más a resignación que a humor.
— Dalton, ¿de verdad crees que esto v