-Susan. ¿A caso eres tú? -dijo casi burlón-. ¿A qué debo tu llamada, preciosa? Pensé que a estas horas estarías visitando a San pedro.
-Dejémonos de juegos, sé que tienes a Marcus y que estás buscando la memoria. -De nuevo silencio.
-No te imaginas lo que esa memoria tiene, a menos que ya la hayan podido desencriptar. -Su voz era más seria-. Imagino que lo hicieron. Créeme cuando te digo que no tengo nada en contra de ustedes, pero si se meten en mi camino los tendré que destruir.
-Lamento no estar de acuerdo contigo, esto es muy personal o es que se te hace poco haber matado al hijo de Marcus y a mi padre...
-¿Qué mierda dices? No sé de qué me hablas... -Catherine se llenó de rabia, a pensar de todo iba a seguir negando que tuvo algo que ver. ¿Con qué fin?
-Eres un maldito infeliz, deja a Marcus libre -le ordenó.
-Oh, si claro, lo haré cuando tenga en mis manos lo que me robaron. -Catherine se tomó el pecho, aún le dolía mucho.
-Si te la doy. ¿Qué garantiza que dejes ir a Marcus?