111. Diamante de sangre
Isabella distinguió una figura oscura en el balcón y disparó tres veces en rápida sucesión. La vio desplomarse sobre la baranda antes de precipitarse al nivel principal, desapareciendo en el tumulto. Otra permaneció colgada de unos cables, abatida por Walter.
El pánico inundó el club. Cuerpos se abalanzaban hacia las salidas mientras Isabella buscaba desesperadamente a Emma entre la multitud. La encontró protegida por Jorge, quien la cubría con su cuerpo.
—¡EMMA! —gritó Isabella.
Richard emergió de la multitud, el brazo aún inmovilizado en un cabestrillo. Con el rostro aún magullado, arrebató a la niña de los brazos de Jorge. Su expresión mostraba una preocupación genuina que contrastaba con el cálculo habitual de sus gestos.
—Me la llevo, este no es lugar para una niña y se lo dije al bastardo. —Lo vio salir, sin darle tiempo de responder.
El corazón de Isabella se contrajo al ver a Emma desaparecer entre la multitud. Su instinto le gritó que corriera tras ella, pero el caos se tragó