136. Reclamando el Poder
El abrazo de Nathan hizo que se tensara y el beso que recibió formó un hueco en su estómago, porque debería odiarlo. Lo odiaba. Y sin embargo, esa noche arriesgó su vida por Emma. Los cortes en su rostro eran el testimonio silencioso de la batalla que había librado por ellas.
No supo cuánto tiempo había pasado desde que llegaron, pero el carraspeo de la garganta de Jeremy la sacó de su letargo.
—Si me permiten, llevaré a la señorita a su habitación —ofreció al señalar a Emma dormida.
—Iré con ustedes —respondió Isabella, pero un dolor punzante en su vientre la hizo tambalearse.
Rita apareció con una taza de té y se la entregó.
—Yo me haré cargo de lo que ella necesite, señora —dijo, siguiendo a su esposo gradas arriba.
Nathan la sostuvo por el codo, su agarre firme pero gentil.
—Necesitas descansar —murmuró para que solo ella lo escuchara—. Emma está a salvo ahora.
Isabella quería protestar, pero esa certeza le drenó sus últimas reservas de energía. Asintió levemente, consciente de q