106. Líneas cruzadas
—Dijo que revelaría mi identidad si no me iba esta noche... y luego todo se salió de control —explicó Isabella a sus espaldas, tras soltarle los hombros y ver qué demonios pasó.
Posó una rodilla y tocó el cuello de Sophia, buscando un pulso que sabía que no encontraría. Sus dedos presionaron la piel tibia e inmóvil, y algo dentro de él se contrajo al mirar el rostro de la mujer con quien había compartido tanto.
Recordó el día en que la conoció en el campo de tiro. Ella había acertado cada disparo con precisión milimétrica, y al terminar se giró hacia él con esa sonrisa desdeñosa que lo cautivó de inmediato.
«¿Impresionado?», le había preguntado entonces. Y lo estuvo por mucho tiempo.
—¿Nathan? —La voz de Isabella lo devolvió al presente.
—Necesitamos movernos —respondió, sacando su teléfono—. Gloria, soy yo. Cierra el acceso a la escalera de servicio y envía a Marcos con la camioneta. Sí, ahora.
Mientras guardaba el teléfono, sus ojos se posaron en la navaja que había quedado junto a