105. Acorralada
Isabella observó la escena con una mezcla de fascinación y desconcierto. Walter sostenía al bebé contra su pecho con una delicadeza que parecía imposible para sus manos, acostumbradas a la violencia.
Se acercó como si fuera atraída por un imán y Walter giró al bebé hacia ella. Sus ojos, fríos y calculadores, brillaron con algo que Isabella nunca había visto en él: orgullo, ternura, vulnerabilidad.
—Se parece a ti —murmuró sin poder evitarlo.
Walter le sonrió… con dulzura y el impacto de ese gesto la jaló hacia Nathan que los miraba con la mandíbula apretada.
Sus miradas seguían conectadas cuando la voz de Walter sonó demasiado cerca, áspera y tajante al decir:
—Prepara sus cosas. Me lo llevo a mi apartamento.
El rostro de June perdió todo color. Retrocedió un paso, y se abrazó a sí misma como si quisiera protegerse de un golpe invisible.
—No puedes llevártelo así... —Su voz tembló, a medio camino entre la súplica y el desafío.
Isabella dudó. Sabía que no tenía derecho a decidir por