No sabía qué más decirle a Marius; no podía soportar la mirada asqueada e incrédula que me dirigía. Quería llorar, quería patear el rostro hinchado de Tristan en el suelo y obligarlo a contarme todo sobre mi pasado, pero sabía que moriría antes de revelarme algo que no fuera por voluntad propia.
Tragué en seco y no miré a Marius; en vez de eso, me volví hacia Tristan e intenté ayudarlo a ponerse de pie.
Podía oír la respiración entrecortada de Marius, podía sentir su mirada cortante clavada en mi espalda mientras colocaba el brazo de Tristan sobre mi hombro.
Quería morir, quería gritar, mientras me afastaba.
Tristan apoyaba parte de su peso en mí mientras caminábamos lejos. Me atreví a mirar hacia atrás y me arrepentí de inmediato.
Marius estaba dándose la vuelta y avanzaba a pasos largos hacia la escalera.
Me detuve de inmediato y, cuando amenacé con girarme y correr detrás de él, Tristan me sujetó la muñeca y dijo con firmeza:
— No se va a ir.
Solté mi mano de la suya justo cuando l