Narra John
Sao Pablo, Brasil.
Tres
díasdespués...—¡No puedo creer que no puedan hacer ninguna mierda! —le grité a mis hombres con la rabia atascada en mi pecho.
—Señor hemos movido cielo y tierra —habla uno de mis hombres—, pero Lacruz no da señales de vida, parece que se lo hubiera tragado la tierra.
—A mí no me importan tus maldi