Trina sintió una punzada de inquietud. Jhosua representaba la normalidad, la seguridad, un mundo que ahora le parecía muy lejano. Pero también era abogado, con contactos, y su apoyo podría ser valioso.
—Sí, Jhosua. Estoy disponible esta tarde. ¿Te parece bien a las cuatro, en el mismo café de siempre?
—Perfecto. Allí nos vemos.
Trina se excusó de la finca, inventando una reunión con un cliente. El viaje a Madrid fue tenso. Se sentía como una traidora, buscando ayuda de un antiguo pretendiente para resolver los secretos de su amante.
Al llegar al café, Jhosua ya la esperaba. Se levantó al verla, con una sonrisa amable.
—Trina. Estás muy guapa —dijo él, observándola con una mezcl