La velada de la gala dejó a Trina con una herida emocional palpable. Los celos, una emoción que había luchado por reprimir, ahora la consumían, exacerbados por la actitud distante de Alejandro y la presencia de Victoria. La pasión que compartían en la privacidad era innegable, pero el trato de Alejandro en público, reduciéndola a su arquitecta paisajista, la atormentaba profundamente.
La carpeta que contenía los datos sobre la familia Vargas, junto con sus turbias historias, se había transformado en un asunto que me inquietaba constantemente, como una carga que oprimía mis pensamientos. Después de darle muchas vueltas, decidí que ya no podía hacer caso omiso de esa sensación que me decía que algo andaba mal. Si Alejandro no quería ser honesto conmigo, entonces tendría que buscar aclaraciones por mi cuenta. No podía permitirme sentir algo por alguien que no me daba confianza del todo. Era como construir una casa sobre arena movediza, y yo necesitaba estabilidad en mi v