Aria tenía razón. Y no podía dejar que mi sueño me quitara la cordura que aún existía en mí. Furioso, salí de mi departamento y me fui a dormir a la casa de mi padre. Por suerte, él y Grecia se habían ido.
Me desperté a las siete de la noche. Dothy todavía tenía sueño cuando la recogí y caminamos hacia el auto, listos para regresar a nuestra casa.
Tan pronto como salí frente a mi edificio, pregunté:
- ¿Qué tal si cenamos pizza, Dothy?
Me lamió la mano y lo tomé como un “sí”.
Subimos en ascensor y cuando llegamos a casa todo parecía estar en paz. No hay sonido del apartamento de arriba.
- ¿De qué sirve, no Dothy? Ahora ya no tenemos sueño... Puedo apostar que me quedaré despierto toda la noche.
Llamé para pedir una pizza y me fui a duchar antes del parto. Solo me puse una bata y no me sequé ni peiné, dejándolo húmedo.
Sonó la campana. La pizza llegó exactamente a tiempo, lo cual era raro. Llegué a la sala y Dothy se restregaba locamente sobre una almohada, como si fuera la perra en esa