Capítulo 345
Ana, que no sabía que Tadeo había contado todo con su gran bocota, acababa de sacar el botiquín y se sentó junto a Gabriel.

La luz de la sala era de un cálido tono anaranjado, suavizando la frialdad en la mirada de Gabriel.

Él se había quitado la chaqueta y solo llevaba puesta una camisa ligera.

—Puede que duela un poco, aguanta —dijo ella.

Mateo realmente había golpeado con fuerza. La piel de Gabriel, ya de por sí pálida, hacía que los moretones azulados resultaran aún más impactantes.

La distancia entre ambos se acortó repentinamente. Tanto que Gabriel podía percibir el suave aroma del gel de ducha en la piel de Ana.

Ella fijó su atención en la comisura de sus labios, limpiando con un bastoncillo empapado en yodo los restos de sangre seca.

La respiración de Gabriel se detuvo por un instante. Su sensual nuez de Adán subió y bajó un par de veces, su respiración se volvió ardiente y su mirada profunda.

En un momento, Ana se apartó.

Mientras guardaba el botiquín, comentó:

—Ya está listo.
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