Lo que siempre le esperaba eran exigencias severas. En cuanto no cumplía con sus expectativas, la encerraban en un cuarto oscuro o estaban a punto de hacerlo.

Especialmente después de la llegada de Isabella, su vida se volvió aún más difícil. Tenía que ceder todo.

Incluso su compromiso con Mateo; Laura había hecho todo lo posible para que lo abandonara.

Los sufrimientos y humillaciones que había padecido durante ese tiempo eran innumerables.

Ahora que había salido adelante, ¿Samuel tenía la desfachatez de pedirle que no los atacara cuando ya estaban caídos?

Que no hubiera echado más leña al fuego ya demostraba que tenía corazón.

Ana no quería seguir perdiendo tiempo con Samuel. Cuando pasó a su lado, él repentinamente la agarró por la muñeca.

—Ana...

Antes de que pudiera terminar la frase, Ana lo sorprendió con una proyección por encima del hombro.

Con un golpe seco, Samuel quedó tendido en el suelo.

El dolor en su espalda le impidió pensar por un momento. Samuel vio impotente cómo Ana