Cómo convencieron a Isabella no entraba en las consideraciones de Ana.
Lo que importaba es que su plan estaba a punto de fracasar.
¿Acaso Ana parecía tan débil?
Mientras reflexionaba, de repente sonaron golpes en la puerta junto con una voz femenina estridente:
—¡Gabriel, vi con mis propios ojos a Ana y Mateo entrar a esta habitación...!
La puerta se abrió. La cama estaba desordenada, pero vacía.
Pasos apresurados se dirigieron hacia el baño, y un grupo de personas apareció frente a Ana.
Mariana, quien encabezaba el grupo, se quedó perpleja al ver a Ana completamente vestida.
¡Esto no era lo que había imaginado!
Ana parecía tranquila, sin señales de haber estado en una situación íntima. En cambio, Mateo, sumergido en la bañera, tenía un aspecto lamentable. Los periodistas, que habían sido introducidos previamente, no paraban de tomar fotos de la escena.
Gabriel estaba detrás del grupo, su hermoso rostro sin expresión. Apartó a los que estaban delante y avanzó rápidamente hacia Ana.
—An