El sonido de la bofetada resonó con fuerza, elevando aún más el nivel de hostilidad en el ambiente.
Excepto por Ana y Lucía, casi todos quedaron impactados por este gesto repentino.
Isabella, quien recibió la bofetada, se cubrió la mejilla con una expresión de incredulidad. Su rostro alternaba entre pálido y enrojecido, mientras la sensación ardiente le provocaba una profunda humillación.
Viviana salió de su asombro y murmuró:
— Ana...
Ana soltó la mano de Viviana que sostenía. Su postura era relajada, su mirada fría, observándolos como si fueran insignificantes.
— No hay de qué, te la aflojé gratis —dijo con desdén.
De una boca maliciosa no pueden salir palabras nobles, así que hay que ponerla en su lugar. Isabella siempre ha sido así. Quizás sus padres y su hermano la consentían, ¡pero Ana jamás lo haría!
¿No era simplemente una abusadora que se aprovechaba de los débiles?
Viendo que Viviana era un blanco fácil, la atacaba sin piedad con palabras crueles y violencia verbal.
Tratar co