En la residencia de la colina donde Giovanna tenía a Raffaella, recibió la notificación de la transferencia.
–Sin sorpresa alguna, ya tu rescate fue pagado, lamentablemente no puedo dejarte ir porque sabes de mí.
–¿Para qué le pidió ese dinero por mi rescate si no iba a dejarme ir?
–Por diversión, imagínate al gran Tiberius Wellington, el impoluto e inalcanzable CEO, siempre medido, calculado, todo de acuerdo a él, pero alguien lo desestabiliza, le quita el control, lo maneja a su antojo y como premio le va quitando su fortuna parte por parte.
–¿Qué le hizo? ¿Por qué es tan mala?
–Me negó mi lugar, yo debería estar dirigiendo todo con él, pero prefirió a Evana.
–Evana es su hermana.
–¡No me importa! –gritó y en eso se abrió la puerta de la habitación.
–Giovanna, el jefe quiere hablar contigo –dijo un hombre vestido de negro.
–¿Para qué?
–No me dijo.
Giovanna bufó, le