Capítulo XLI

Los camareros entran y salen de lo que seguro es la cocina. Me deslizo cerca de las macetas con bellas plantas a lo largo de un estrecho pasillo que conduce a aquella sala donde vi las escaleras. Mientras tanto, Zelig entretendrá a todo aquel husmeador. Espero que le salga de maravilla, pues tengo entendido que verlo sin mí será un problema gigante. A saber cómo se las apañará sin mí. Mantengo todos los sentidos alerta. Abro con lentitud la puerta que me llevará al sitio tachado. Diviso cada rincón; no hay nadie, está despejado. Creo que algún mesero no se atreverá a entrar. Toda la atención y el cúmulo de vampiros se halla en la estancia principal, así que he de aprovechar al máximo la oportunidad.

Observo tras mi espalda al allanar en lugar. Inhalo y exhalo. Me tranquilizo. Le digo al corazón que se torne pasivo a la hora de latir y le susurro a mis extremidades que esta vez no me fallen. Alargo la mano hasta mi muslo, en donde está atada la navaja militar. Me escuece un p

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