—Ethan Scott—
Como todo en la vida no siempre es como uno quiere y por desgracia, comenzaba a creer que ese tal Dios debe tenerme en su lista negra. Llegué a mi reunión con mi tutor en el hospital.
—Por fin llegaste, ya me hacías falta, Scott —comentó mi jefe Owen George como siempre con esa sonrisa de hombre bonachón.
—Gracias por el recibimiento, también te extrañé. —me acomodé en la silla frente a él y me dispuse a escuchar su sermón.
—¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
—Excelentes. —Digamos lo bueno, mejor ni recordar lo que hice con..., ya ni me acuerdo con cuantas... Ah y otras cosas por ahí—. Buenas playas, comida exquisita y buena compañía.
—Que bien, me parece que con eso me queda claro que disfrutaste, así que por hoy te dejaré que descanses. Mañana llegarán los nuevos internos y quiero que me apoyes con eso.
—¿Yo? George, ¿No será mejor que Daniela se encargue de ellos? —Definitivamente los nuevos son una patada en el culo. No, no, y no…
—No Scott, quiero que vayas aprendiendo a tratar con otros, ya pronto terminarás tu especialización y necesitas también aprender a encargarte de otros… —Meditó, tocándose el mentón y luego puso sus manos en su cara—. Algún día serás el jefe, tu futuro es brillante muchacho.
—Gracias George, sólo es que no me siento capacitado para lidiar con los nuevos. —¡Por dios, si ni siquiera puedo conmigo mismo!
—No te preocupes, sé que lo harás bien, así que ve y aprovecha el descanso, mañana será un gran día.
—No hay de otra, aunque no me guste tendré que lidiar con estos pendejillos desde mañana, pero que no crean que se los haré fácil.
—Eso espero Scott, eso espero.
Estaba por salir después de despedirme, cuando la puerta de la oficina de George se abrió dejando ver a Daniela Collins, mi colega que es, perdón, era la encargada de los nuevos desde hace dos años cuando terminó su internado.
—Mira quién llegó… la estrella del departamento de Cardiología —dijo en son de broma y haciéndome ojitos, la muy descarada.
—Hola, Dani. ¿cómo estás?
—No tan bien como tú —respondió mordiendo su labio, no está nada de mal, pero desde que tuvimos un pequeño encuentro no le dirijo la palabra, salvo para cosas de trabajo, la chica es demasiado intensa y ya juraba que tenía la argolla para que le pidiera matrimonio, si hasta creo que andaba con el vestido blanco en su bolso.
—Bien por ti. Bueno, George —dije volteando para despedirme de nuestro jefe—. Me voy, aprovecharé a ver a mi familia y mañana me pongo al corriente con el hospital… Dani, nos vemos.
—Salúdame a tu padre. —pide mi jefe. Dani, sólo hace un asentimiento de cabeza para luego entrar a la oficina de George.
Tomé un taxi a la salida del hospital y después de 25 largos minutos llegué a casa, cuando entré al penthouse vi a mi padre hablando por teléfono muy acaramelado y con una enorme sonrisa en sus labios.
—Buenas noches, para ti cielo. Nos vemos mañana, descansa y sueña conmigo. —se escuchó una voz femenina que le respondió y luego cortó la llamada. Me acerqué y aclaré mi garganta.
—Ethan, hijo. Llegaste, que bueno verte —se acercó rápidamente a saludarme con un ¿abrazo?… Mi papá dándome un abrazo ¿WTF?
—Bueno, señor Scott, ¿Qué bicho le picó? —suspiró con una enorme sonrisa y me tomó de los hombros para hablarme.
—Ya lo conocerás… es lo mejor que me ha pasado en la vida.
—¿Y Thomas? —no podía creer que no lo vea por aquí, puesto que el pendejo ese se mantiene hasta tarde despierto haciendo... bueno no tengo idea.
—Se quedó en casa de Blue estudiando con Alma. —dijo muy calmado mi padre.
—¿Qué? ¿Quién?
—Ven, acompáñame a comer algo y ahí te contaré.
—Si, porque de verdad que me tienes intrigado.
—Buenas noches, familia —ese era mi tío Aston, llegando muy campante con su sonrisa de jugador de póker profesional.
—Hola, vago. ¿que no tienes casa? —le preguntó mi padre como siempre mordaz en sus comentarios con mi tío, pero él se escabulle olímpicamente.
—Si hermano, pero cómo no voy a venir a visitar a mi hermosísima familia.
—Sí claro…
—Ethan, qué bueno verte.
—Lo mismo digo tío. Vamos, mejor no dejemos esperando a Rosita.
Los tres nos dirigimos a la cocina y vimos a mi querida nanita preparando la mesa.
—Desde acá les escuché, justo les iba a llamar, ¿Cómo está mi niño bello?
—Excelente, aunque extrañando tu sazón nanita bella —ella sonríe a la misma vez que se sonrojaba.
—Entonces no te hago esperar más… Joven Aston ¿se queda?
—Por supuesto, jamás me perdería tu comida.
—Mmmm —gruñe mi padre, rodando sus ojos.
—Ya bájale, hermano desde que estás en las nubes tu mal humor había desaparecido.
—¿Por qué será que reapareció?... Dime tú.—Ambos hermanos se retaron con la mirada y mi tío terminó perdiendo levantando las manos en forma de rendición.
—Hermano, ya te dejé claro que entre Blue y yo sólo hay una hermosa amistad. Así como van las cosas será mi próxima cuñada.
¿A ver qué me he perdido en estos seis meses? Esto me sorprende de sobremanera…
—¿Qué? ¡Papá! Necesito una buena explicación. Si hasta hace unos meses atrás estabas con la superficial de Yorelys, ¿Como que ahora estás con otra?
—Tranquilo hijo, no escuches a este idiota. Cuando conozcas a Blue te darás cuenta de que la vida ha tenido el honor de darme una segunda oportunidad —mi tío liberó una sonora carcajada.
—y que segunda oportunidad mi hermano.
—Ya cállate. —Mi padre le lanza la servilleta a mi tío quien la alcanza en el aire y sigue riendo a carcajadas.
A cada paso que damos en esta conversación más me interesa conocer a la susodicha Blue. No vaya a ser una trepadora como Yorelys, por que de ser así no me quedaré quieto y algo debe haber pasado con ella porque papá se refiere a su nueva adquisición como si la botoxeada no existiera ¿podría ser que esta tipa realmente se enamoró de mi tío Aston? o ¿sus planes aún siguen en pie?
Nos dispusimos a cenar, pero mientras Rosita traía la comida tenemos una excelente charla los tres, como hace tiempo no tenía con papá, de verdad se le vio muy contento y a pesar de cualquier cosa debo apoyarlo, pero a la primera de cambio de esta tal Blue y ya verá quién es Ethan Scott...
Luego de eso nos fuimos a acostar y mientras ordeno mis cosas tomo mis documentos y encuentro uno de los apuntes de Val, debe haberse quedado cuando estábamos a punto de aterrizar.
—Ay pequeña Val... mira lo que me dejaste, no es una zapatilla de cristal, pero es algo mejor, estaré esperando con ansias tu llamada.