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Caída en picada a la realidad P2

—Valentina Soré—

Subimos a su auto, cierro la puerta, porque ni eso fue capaz de abrirme el idiota y después de soltar un bufido abrocho mi cinturón de seguridad.  Con todo listo iniciamos nuestro viaje a quién sabe dónde se le ha ocurrido y cuando me dispongo a cambiar de estación de radio me da un un leve golpecito en la mano.

—¿Qué haces? ¡estoy escuchando el partido!

—Lo puedes ver en tu casa luego, ¿que más da Ricardo? ¿o también estarás pendiente de él en la cena? pues por lo que veo van en el primer tiempo, el Madrid no le meterá 10 goles al Barcelona en estos minutos que estemos juntos.

—Eres exasperante mujer— bufa molesto, pero yo estoy peor que él, me tiene realmente enojada.

—Y tú insufrible, si sabías que había un partido ¿para qué me invitaste a salir?

—Pues porque...— medita su respuesta, ya lo conozco — pues porque necesito que hablemos de algo importante el día de hoy ya que no estás nunca para mí tengo que pedirte cita para que hablemos.

—Sabes que estoy ocupada con los documentos de la universidad Ricardo.— digo frustrada.—En estos momentos eso es lo más importante para mí.

—Pues deberás dejarlo, ya tengo todo listo.

—¿Qué?

—De eso hablaremos amor— sujeta mi pierna y la apreta fuerte lo miro desconcertada y siento que esta noche no será nada de buena, le doy una media sonrisa y quito su mano de tal forma que no se moleste.

—¿Dónde me llevas?

—A casa de mis padres, nos están esperando. — No me jodas y ¿para eso me hizo vestir así? yo pensaba en un restaurante u otro lugar, pero su casa y ...

—¿Cómo es eso de que nos están esperando?

—Tu padre y los míos cariño, ya están esperándonos. — Esto ya está tomando un color gris oscuro, estoy a punto de reventar.

Llegamos a la residencia Galarza, hogar de los padres de Ricardo, quienes nos reciben con mucho cariño como siempre, pero mi cara de amabilidad se cae al ver a mi progenitor con su pareja muy encantados de la vida.

—Hola cariño — me abraza y da dos besos en las mejillas la señora Trinidad—disculpa si te incomoda, pero no tuvimos de otra, llegó con ella.

—No se preocupe señora Trinidad, la entiendo es su casa — respondo de forma amable, soy una dama, así me crió mi madre y no le daré el gusto a este hombre de que se ría de mí.

—Valentina — el susodicho, se acerca para ¿abrazarme? de verdad que este viejo está flipando — ¿cómo estás hija? llevo días sin verte.

—Sabrías que no me ves desde que mi madre se fue a Estados Unidos cuando nos desechaste por esta... señora.— espeto molesta indicando a la mujer que lo acompaña.

—Ni se te ocurra dejarme en vergüenza...— masculla cerca de mi oído.

—Eso ya lo haces tu solito, papá.— respondo para seguir de largo sin mirar a la mujercita esa y preocuparme por mis suegros y mi novio que me llamaron a la mesa para sentarnos a cenar.

La comida me supo insípida, entre los comentarios mordaces de todos para saber cuándo pondríamos fecha a nuestro compromiso y las infulas de superioridad de Ricardo y su padre. Cuando pensaba que todo el show estaba por terminar Ricardo sale con la última de sus pachotadas.

—Bueno familia, hoy los he reunido para informarles que el próximo semestre mi hermosa Valentina y yo comenzaremos nuestro internado en el departamento de neurocirugía del Hospital Universitari General de la Vall d'Hebrón, el doctor Massiel ya me confirmó las dos plazas, asi que quería que todos supieran la gran noticia.

¿Qué? ¿Me están flipando? ¿Ricardo se pasó tres pueblos y no le avisó a nadie? y menos a la interesada. Creo que mi cara de horror es palpable pues nadie dice nada, hasta que mi padre se pone de pie para felicitarnos.

—Excelente Ricardo, sé que lo harán bien donde estén y tendrás cerca a Valentina para que no se vaya a equivocar o cometer un error garrafal, eso es bueno.— Perdóname abuelita, pero ¡hijo de la gran puta!

—¿Ricardo?

—Cariño, ¿dime que no estás contenta con esto?

—Pues podrías haberme consultado primero ¿no? — ya perdí la cuenta iba en ¿diez mil?

—Pero es lo único que nos falta para poder comprometernos y poder casarnos, con esto listo ya no hay nada que nos detenga preciosa. — Se acerca a mí intentando besarme y yo muevo mi cara, logrando que sólo bese mi mejilla.

—Pues te equivocas Ricardo, esto que acabas de decir es lo que tú querías, ni siquiera te has dado el tiempo de preguntarme que es lo que yo quiero y con todo el tiempo que llevamos juntos creo que ni siquiera te has tomado un minuto para saber qué es lo que me apasiona, señores Galarza agradezco la cena, pero creo que ya me tengo que retirar, buenas noches.

—Valentina.—Espeta molesto mi padre.

—Déjala ir Agustín, es lo mejor — Escucho al doctor Galarza, ¡por dios alguien con tacto en este lugar! Tomo mi bolso y salgo. Esto ya era el colmo, como venir a decidir por mí, no soy una niña, con la furia a mil saco mi celular y busco una app para pedir un vehículo y desde detrás Ricardo me quita el teléfono.

—¿Qué mierdas fue ese show que montaste ahí dentro Valentina?

—¿Show? Ricardo por favor, tú te montaste solito la película, ya te aguanté una vez y te acepté nuevamente, pero yo no soy tu muñeca, yo tengo mis ideales y creo que no tienen nada que ver con los tuyos.

Idiota, hijo de la gran puta. Mi abuelito teniá razón y debí hacerle caso de inmediato con este animal. 

—Valentina, si sales por esa puerta lo nuestro se acaba.

—Pues gracias, no lo habría dicho mejor que tú.—con eso le quito mi celular y salgo de ese lugar sin mirar atrás, definitivamente no estoy hecha para el amor.

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