—Valentina Soré —
Seguimos nuestra conversación con mi abuelito mientras ordeno o trato de hacerlo.
—Está bien, no lo discutiré contigo princesa, es tú decisión, pero debes hablar con ese muchacho, él, su familia y también tu padre creen que tienen todo listo para celebrar el compromiso, Tú sabes lo que supone una unión entre nuestras familias.
—Lo sé, lo sé abuelito, pero podemos comprometernos igual, eso no quita que me vaya a terminar de estudiar y cumpla con mis metas al igual que él, si de verdad me ama y me respeta lo comprenderá, mejor porque no conversamos de algo más interesante o aún mejor, llamemos a mamá.
—Soldado que arranca sirve para otra guerra señorita Soré.
—Ja, ja,,ja Abuelito, te amo...
Tomo mi teléfono y marco el número de mi madre, espero a que conteste pues es cierto, me salvó de esta discusión con mi abuelo, si no la quiero tener con él menos la quiero tener con Ricardo. Mientras repica espero tranquila a que conteste, mientras veo como mi abuelo se pone nervioso, de verdad que el pobre sufre más que todos nosotros por la separación de mis padres, yo creo que en definitiva se culpa de no haber cuidado a mamá y de que se haya embarazado de mí.
—Hola —Saludó mamá, al parecer se encotraba ocupada, pues su voz suena ansiosa y hasta algo molesta, puede que no sea uno de sus días, por lo que la he escuchado su jefe es un poco molesto y demandante.
—Mamita bella, pensé que no contestarías.—Respondo en un tono infantil, se que le encanta y le sube el ánimo, la pobrecita desde que se casó nunca fue una mujer con un empleador, de hecho los pocos casos que llevaba acá en España los hacía pro bono o a gente muy cercana, pues se dedicaba en cuerpo y alma a nosotras y papá, así que de pasar a ser una ama de casa con traje dos piezas algunas veces, ha pasado a ser una mujer toda empoderada y que discute con su jefe como un igual, aunque a veces debe bajar el nivel y es comprensible.
—No amor, perdón estaba viendo algo con mi jefe.— Lo dicho debe estar molesta con su jefe, pues el tono de voz que está usando es el de doña Soré y no el de mamita linda, pero sigamosle el juego a ver si me cuenta algo o se lo tendré que sacar a cuenta gotas.
—Mami, ¿te estoy interrumpiendo?
—No amor, por favor prosigue con lo que me ibas a decir. — Definitivo, no me dirá ni m****a...
—A qué... bueno —suelto un gran suspiro antes de contarle la buena nueva—. Por fin mami a fin de mes me entregan toda la documentación para mi traslado.
—¡¿De verdad?! Es la mejor noticia que me han dado.
—Es que soy tu tesorito —le respondo y mi abuelo suelta una sonora carcajada.
—Si mi vida, tú y Alma son lo más grande que tengo en la vida y ahora, por fin, estaremos juntas.
—Si, así que dile a la peque que se vaya preparando, porque desorden no le voy a aguantar.
— Jajaja mentirosa,— ese es mi abuelo que toma unas medias que habían en el suelo y me las lanza en la cara.
—Por supuesto, ella estará feliz de que estes con nosotras.
—Y yo también, no sabes como las extraño.
—Has sabido de… — La paro en seco, es que argh, como es posible que siga pensando en ese tipo que será muy mi progenitor, pero que no ha sido ni siquiera capaz de llamar a Alma o darle lo que le corresponde por los años que fueron esposos a mi mamá, es que por dios, si le está peleando hasta el último centavo, si no fuera por el fideicomiso de mis abuelitos y que mi abuelo Agustín nos ha apoyado en forma incondicional habríamos quedado en la calle.
—No me hables de ese hombre, mamá. Ni de coña lo he visto y menos quiero verlo, por favor no te hagas daño.
—Perdón amor, es que…
—Lo sé mamá y te entiendo, pero déjalo. Él no vale la pena. — Sé que soy cruel con ella, pero es la única forma que lo saque de una vez de sus pensamientos y de su vida, cómo quisiera que no se preocupara por él, si están a un océano de distancia y aún pregunta por este infeliz.
—Te amo mi ternurita, nos vemos a fin de mes.
—Dile que las quiero mucho y las extraño— me habla al oido mi abuelito.
—Y yo te amo más mami, el abuelo te manda muchos cariños, dice que te extraña mucho.
—Dile que yo también lo extraño mucho. Los amo, cuídense.
Y así se corta la llamada con mi mamá, que me deja un sabor amargo de boca, mi abuelo me abraza y besa mi frente dándome ánimos. — Voy a pedirle a Lalita que nos prepare algo para beber mientras sigues ordenando, ¿te parece?
—Una limonada me vendría bien, te lo agradezco.— vuelve a besar mi frente y sale caminando tranquilamente por la puerta, sigo tomando algunas prendas que llevaré para colocarlas en la maleta que está en mi cama cuando vuelve a sonar mi teléfono, lo veo y es Ricardo quien me llama, me preparo mentalmente para contestarle y dejo el altavoz —Hola cariño.
—¿Dónde estas? ¿por qué no me contrastabas Valentina?, llevo muchísimo tiempo marcando tu número y me mandaba al buzón.
¿Ya dije que me estaba preparando mentalmente no? — Ricardo, si te salía el buzón de voz es porque estaba hablando con alguíen y tanto tiempo no fue, pues—miro mi reloj — en Nueva York son las 10 am, que es una hora decente para hablar con mi madre y pues era con ella que estaba hablando.
—Podrías haberme dicho eso y listo, no sé por qué tienes que ser tan molesta para responder.
Y yo no sé por qué tienes que ser tan estúpido para preguntar... inhala Val, exhala Val... Diez... Nueve—Bueno y ¿para qué me llamabas?
—Ah, si si quería invitarte a cenar hoy, estuve conversando con el doctor Massiel respecto a las pasantías y te tengo buenas noticias, te paso a buscar a las ocho.
—Ricardo, estoy ordenando y no creo que hoy sea un bue...
— No acepto un no como respuesta señorita Soré, espero que se ponga bella para mí y esté afuera esperándome, ya sabe que no me gusta estar parado como gilipollas.
—Ok, a las ocho en la puerta nos vemos.— ni siquiera lo dejo terminar de hablar y ya le he cortado, de verdad no sé que hago con él, será mejor que hoy ponga las cosas en claro y capaz hasta termine nuestra relación.
Unas horas después...
Ya estoy terminando de maquillarme para juntarme con Ricardo, me pongo unos jeans rotos, un peto blanco, mi leñadora favorita y mis Vans que siempre me acompañan, salgo de mi habitación y bajo las escaleras.
— ¡Ya me voy abuelito!
—Disfruta tu noche princesa, vuelve temprano que sino me preocuparé por tí.
—Sí señor Soré — le saludo en forma militar y luego le guiño un ojo para salir disparada pues faltan dos para las ocho, abro la puerta y me encuentro a Ricardo de pie frente al portal de la casa vestido con ¿traje? y un ramo de flores en su mano, él me mira de forma molesta y ya sé que empezará con su cantaleta.
—Te dije que me esperaras lista Valentina, ¿con esas fachas irás a cenar conmigo?
—Perdona Ricardo, pero en ningún momento me dijiste que era formal.
—Si te dije ir a cenar es con todas las de la ley Valentina, de verdad no entiendo como puedes estudiar medicina si eres tan tonta.
Val cuenta, inhala... exhala...— Ok. dame diez minutos y estaré lista.— Lo dejo con la palabra en la boca y vuelvo mis pasos a la casa, subiendo la escalera de dos en dos.
—¿Qué pasó princesa? ¿Tan poco duró tu cita con tu novio?— mi abuelo se ríe a carcajadas y yo resoplo.
—No abuelito, fue un error de cálculo, pero ya salgo.— En menos que canta un gallo ya estoy en mi habitación, tomo el primer vestido que encuentro y me visto, coloco unas sandalias bajas y tomo nuevamente mi leñadora, me vestiré de señorita, pero no perderé mi esencia.
Vuelvo a salir de casa y mi "novio" ahora esta apoyado en el capó de su auto mientras ve su celular.
—Estoy lista.—Me mira de pies a cabeza y lanza un suspiro frustrado.
—Ahora pareces una...
—¿Una qué Ricardo?
—Nada Valentina, mejor vámonos.