Capítulo 12. Amistad forjada en la adversidad.
Oliver la miraba con atención, como si cada rasgo de su rostro contara una historia que solo él pudiera leer. A su lado, Blair parecía una chica inocente y serena, despojada de cualquier pose o fachada que pudiera ocultar su esencia. Su belleza era natural, auténtica, y en ese momento, Oliver se dio cuenta de que ella era mucho más hermosa que cualquier dama de la nobleza que había conocido. Había algo mágico en la forma en que la luz jugaba con su cabello rojizo y en la suavidad de su sonrisa, que iluminaba incluso los rincones más oscuros de su corazón. Una suave risa escapó de sus labios al darse cuenta de que, en un mundo lleno de superficialidades, Blair era un respiro de frescura, un anuncio de que la verdadera belleza reside en la sinceridad y la vulnerabilidad.
Oliver, sacando a Blair de sus pensamientos, la miró con una mezcla de determinación y ternura.
—Blair, es hora de que dejemos esta cabaña. Vamos a mudarnos a mi mansión —anunció con voz firme pero suave.
Ella palideció