El sol se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, bañando la habitación con una luz suave y cálida. Pero yo no podía disfrutar de la tranquilidad de la mañana. Algo en mi pecho, algo profundo, estaba inquieto. Kian aún estaba en mi cabeza, como siempre. No podía sacármelo de la mente, incluso cuando trataba de centrarme en otras cosas.
Desde aquella noche en el claro, la conexión entre nosotros se había fortalecido de una manera que ni siquiera imaginaba. Pero con esa cercanía también vino algo más pesado, algo que no podía ignorar: los secretos de Kian.
Cada vez que me miraba, había algo en su mirada que me decía que había más de él que no me estaba contando. Sabía que, como alfa, cargaba con responsabilidades y luchas que no podía compartir con cualquiera. Pero... ¿yo no era cualquiera? Me preguntaba si él pensaba que