Jackson.
—Si estás aquí...— Tengo que tragar para aclarar el graznido de mi garganta. Ni siquiera puedo recordar la última vez que hablé. Definitivamente, no mucho después de que cada palabra comenzara a hacer que mi garganta se sintiera como si estuviera ardiendo. —Si estás aquí por lo que creo que eres, realmente elegiste un mal momento—.
Él se ríe y se adentra más en la habitación. —Bueno, estás haciendo bromas, así que supongo que no estás tocando a las puertas de la muerte—.
—¿No lo soy?— Cierro los ojos y pregunto. —Porque definitivamente se siente así—.
—Bueno, entonces estoy aquí para ayudarte a decirle a la muerte que se vaya a la mierda—.
Abro los ojos ante sus palabras y lo cerca que están de mí ahora. Está sentado al final de mi cama, inclinándose hacia mí. Lleva su mano a mi frente y veo que frunce el ceño.
—Te estás quemando.—
—¿Qué hora es?— pregunto.
—Un poco después de las siete.—
Asiento. —Debo tomar mi medicina—.
Empiezo a acercarme a la mesa de noche, pero él me de